Año 2009. Una locutora de la radio belga NRJ decide pinchar por primera vez uno de los temas compuestos por Stromae. Alors on danse es tan bueno que solo unas semanas después alcanza el número uno en hasta diecinueve países. Paul Van Haver, aquel joven que correteaba por la periferia de Bruselas y grababa temas de rap para sacar todo lo que llevaba dentro, se ha convertido en la estrella del pop europeo. El mundo entero acaba de descubrir al genio belga. Es vibrante. Es triste. Es único. Y todos se han dado cuenta.
Cuatro años más tarde, Stromae alcanza la gloria con su segundo álbum, Racine Carrée. Su talento para hablar sobre problemáticas como el racismo o la homofobia sobre ritmos megabailables y festivos sin perder un ápice de credibilidad sacuden el mundo de la música. Colabora con Kanye West. El primer ministro belga le regala su flamante disco a Barack Obama. Y justo cuando parece lanzado, decide retirarse indefinidamente alegando que "cantar, no lo quiero para nada".
Por suerte, el pasado mes de abril, y tras dos años de silencio, Stromae regresaba con la publicación de Défiler, una canción de nueve minutos escrita en colaboración con su esposa, la estilista Coralie Barbier. Una auténtica joya, como todo lo que toca. Y, por si andabas de vacaciones en la galaxia EGS-zs8-1 durante los últimos años y no has oído hablar mucho de Stromae, te contamos cinco claves que te permitirán entender un poquito mejor el universo del músico belga.
La vie est noire
Paul Van Haver, el ser humano escondido tras la superestrella Stromae, no tuvo una vida demasiado fácil. Su padre, un arquitecto ruandés, tuvo que regresar a su país de origen por motivos profesionales cuando el cantante era solo un niño. Allí, en Ruanda, fue asesinado durante el trágico genocidio tutsi de 1994. Paul tenía solo 9 años. Y esa pérdida marcó profundamente su vida y su posterior música. De hecho en Papaoutai, temazo y hit mundial, el artista le recuerda con ese "papá, ¿dónde estás?" que se termina clavando en el alma.
Jodida fama
Stromae no es la primera celebridad que sucumbe a la presión de ser famoso. Su caso, sin embargo, ha trascendido especialmente. Hace unos años se difundió cómo el artista belga había rechazado bruscamente a una niña que amaba sus canciones y que se había acercado a él en busca de una fotografía. se difundió reflejaban cuánto le estaba afectando la fama: "Estoy tratando de mantenerme normal. Todo ha cambiado. Mi trabajo es ser amado, pero quiero ser cada vez más solitario. El éxito es un regalo y una desventaja al mismo tiempo".
Mezcla explosiva
Stromae acumula muchos méritos. Pero quizá el más grande todos ellos sea el haber conseguido que millones y millones de personas escuchen sus mensajes críticos gracias a la envoltura hiperrítmica y dance en las que los sirve. El propio artista lo ha explicado mejor que nadie públicamente diciendo que "me quiero quedar esa mezcla porque es como que quieres llorar pero bailas sobre la melancolía". Su canción Carmen, por ejemplo, es una reflexión feroz sobre nuestra adicción a las redes sociales y su relación con nuestra autoestima y nuestras relaciones personales.
Francófono ante todo
De momento, Stromae no ha cedido al monopolio mundial de la música anglófona. El francés es su lengua. La fonética que aporta esa nota melancólica a sus temas bailongos. Y ya ha declarado que no renunciará a ella para complacer al mercado. Un amor a las raíces que le ha valido la Medalla de la Francofonía de la Academia Francesa por ser "el único cantante de su generación mundialmente conocido que ha sabido honorar nuestra lengua en sus textos dirigiéndose a un público joven habituado a escuchar solamente canciones en inglés". Es, sin ninguna duda, la bandera de la música francófona actual.
Artista total
Existen grandísimas personas haciendo grandísimos trabajos en áreas concretas de cualquier arte. Y luego hay una serie de artistas totales que aportan su visión del mundo a todo lo que tocan. Artistas trasversales. Puros. Stromae entra dentro de este selecto grupo. Compone, canta, dirige sus vídeos, diseña ropa e incluso se atreve con experimentos. Como el que llevó a cabo para el videoclip del single Formidable, donde se autogrababa con cámara oculta en el centro de Bruselas para comprobar las reacciones de la gente mientras bailaba, cantaba y se comportaba como un loco. El loco que mejor sabe hacernos bailar y pensar al mismo tiempo.