La historia del español Alejandro Villanueva tiene guión de película, pero es real. Muy real. Y está llena de sorpresas. Nació en Estados Unidos, se crió entre España y Bélgica, defendería la bandera norteamericana en Afganistán como militar y ha acabado haciendo historia en el fútbol americano.
El 22 de septiembre de 1988, un bilbaíno y una motrileña tuvieron un hijo. Fue el primero de cuatro hermanos. Hasta aquí, todo normal. Pero esta no es una historia normal. La primera curiosidad, ahora que conocemos el cuándo, es el dónde: Alejandro Villanueva nació en Misisipi. Su padre, militar, se estaba sacando el título de piloto naval cuando Ali llegó a este mundo, y durante sus primeros cuatro años de vida, fue un bebé americano más.
Pero la tierra tira, y la familia Villanueva Martín no tardó en volver a España. Durante gran parte de los 90, Alejandro se crió en el Puerto de Santa María, en Cádiz. Aquí llega la segunda curiosidad de esta historia: en un país que respira fútbol, un americano de pasaporte y español de sangre prefería el balón ovalado. El rugby le atrapó, y el fútbol americano acabaría convirtiéndose en el amor de su vida.

Ocurrió en Bélgica, el siguiente hogar de este nómada. Allí jugó con un compañero norteamericano, Joe Puttmann, que acabaría siendo importante en su historia porque al volver a Estados Unidos habló bien de él. Así acabaron juntos en la Academia Militar de West Point, en Nueva York. ¿Se cierra aquí el círculo? Para nada, quedan giros en esta historia. Nada más llegar, su prioridad no iba a ser el football. Se apuntó a Ingeniería casi nada y se alistó en el ejército. Y el ejército le envió a Afganistán. Y en Afganistán, con 23 años y al frente de una unidad de 38 militares, tuvo que luchar por su vida y la de sus compañeros. "Evidentemente, mi familia lo pasó muy mal, pero ha sido una etapa muy importante de mi vida. He entendido muchos valores como el sacrificio y el trabajo en equipo. Sé que mis compañeros me admiran por esa decisión de ir a la guerra y aparcar mi sueño", dijo Villanueva en una entrevista.
Y retomó el camino de su sueño, el fútbol americano, pero sabía que llegaba mayor. Mayor… y demasiado delgado. Su padre y su madre superaban el metro ochenta, así que la genética había sido generosa con él y había puesto su cabeza a 208 centímetros del suelo. Lo del peso era otra cosa; necesitaba engordar si quería tener alguna oportunidad, así que durante los tres meses que pasó con su primer equipo, los Philadelphia Eagles, iba a ganar 18 kilos para ponerse en más de 140.
Una auténtica bestia que no supieron valorar en Philadephia, pero sí en Pittsburg. En enero de 2015 fichó por los Steelers, la franquicia con más títulos de la historia de la National Football League NFL. Meses después debutó. Era el primer español desde los hermanos Ángel Jesús y Aquilino Rodríguez en jugar en la liga profesional de fútbol americano. Ellos lo hicieron allá por finales de los años 20 cuando la NFL todavía no existía como tal. 85 años después, llegó Ali.
Hijo de españoles, nacido en Misisipi pero criado en Cádiz, se alista en el ejército norteamericano y es condecorado con la Estrella de Bronce tras hacer sobrevivir a su unidad en Afganistán con tan sólo 23 años. Acaba convirtiéndose en jugador profesional de fútbol americano y vistiendo los colores de una de las grandes franquicias de la liga. ¿Una historia de Hollywood? No, una historia real. Tan real como Alejandro Villanueva.