Tiene Que Sobrevivir Con Un Corazón Artificial Pero Eso No Lo Aleja De Su Sueño

La superación es una de las esencias del deporte, sin ella perdería la mitad de su razón de ser. Pero por muchas historias inspiradoras que hayamos oído, la vida siempre tiene preparada alguna sorpresa para recordarnos que siempre se puede dar un últ

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La superación es una de las esencias del deporte, sin ella perdería la mitad de su razón de ser. Pero por muchas historias inspiradoras que hayamos oído, la vida siempre tiene preparada alguna sorpresa para recordarnos que siempre se puede dar un último paso. Una de esas es, sin duda, la vida de Andrew Jones, un joven que, debido a una miocardipatía hipertrófica una enfermedad degenerativa del corazón, ha vivido durante dos años, las 24 horas del día, junto a una mochila en la que lleva el corazón artificial que le mantiene con vida.

En 2009, en su primer año de universidad, Andrew empezó a competir en concursos de culturismo. Una época en la que, a base de horas de machaque en el gimnasio, moldeó su cuerpo para convertirse en modelo de culturismo profesional. Sin embargo, en 2012 recibió una noticia que a cualquier otro le habría puesto en alerta: Fue diagnosticado de una apatía que afecta a los músculos cardíacos y que podía provocarle un infarto en cualquier momento.

“Al principio no fue para tanto, no había señales como para preocuparse y simplemente me recetaron una medicación que tenía que protegerme de lesiones más graves en mi corazón. La tomé durante dos años”, comenta en su canal de Youtube. Hasta 2014, Andrew había seguido entrenando con normalidad, hasta el punto de conseguir una Pro Card, un certificado de la Federación Internacional de los llamados Bodybuilders, y graduarse en la universidad.

Trasplante o muerte

Todo iba bien, hasta que su cuerpo dijo basta: “Estaba en mi habitación, temblando y sin parar de toser. Los síntomas eran los de un resfriado fuerte, pero pasando de estar bien a enfermo en un instante. Entonces empezó a salirme sangre a chorros de la boca”. Para sobrevivir, los médicos fueron claros, necesitaba un corazón o iba a morir. Como el trasplante no llegó, los doctores se las ingeniaron para equiparle con un dispositivo de asistencia ventricular al que tiene que estar conectado en todo momento y que atraviesa su cuerpo con dos tubos.

Lejos de abandonar su vida y caer en depresión, a la que miró muy de cerca, su espíritu de superación le ha llevado a ser un ejemplo a seguir para los más de 56.000 suscriptores de su canal en Youtube o los 40.000 de su Instagram: “Básicamente no tengo pulso, así que soy el zombie más guapo que podrás conocer”, comentaba con humor en una entrevista para Great Big Story.

Las enfermedades suelen llevar al extremo el carácter de las personas, y Andrew ha convertido su vida en un referente para otras personas que necesitan que les ayuden a seguir luchando. Ha creado su fundación Hearts at Large, una organización que pretende concienciar sobre la donación de órganos y desarrollar la tecnología actual: "No puedo evitar pensar en las personas que no están lo suficientemente sanas como para siquiera ser consideradas para un trasplante, o las personas que no tienen acceso a una buena atención sanitaria".

Desde finales de setiembre, Andrew es un hombre nuevo gracias al trasplante que ha estado esperando durante los dos últimos años. De momento, la operación puede llamarse un completo éxito y ya no necesitará nunca más su mochila salvavidas. Ahora, incluso después de que fuera artificial durante mucho tiempo, su corazón es otro. Pero su alma y su sonrisa seguirán siendo las mismas.