‘Gente normal’ es esa relación íntima y sensual que siempre quisiste tener

La adaptación de la novela de Sally Rooney todavía no tiene fecha de estreno en España pero es una proeza de sus dos protagonistas que se hacen mayores sin perder nada de lo que son

Sally Rooney se llevó la superficial etiqueta de “la escritora millennial” con una palmadita del médico nada más sacar de su útero de escritora su primera novela. Para un periodista es fácil catalogar a alguien que ha debutado en el mundo literario a los 26 años como “la voz de una generación”, con lo que sea que signifique eso. ¿Escribe sus historias en frases de 280 caracteres? No lo creo. ¿Se comunican sus personajes a base de mensajes de Whatsapp con humor de auto-desprecio? Pues tampoco. Quitándole el peso de la responsabilidad de esa etiqueta, sí que ha conseguido una cosa: ser una autora joven que escribiendo sobre otros jóvenes tiene dos best sellers aclamados por la crítica. Y no es tan fácil hacerse con estos dos premios a la vez.

Ahora comprenderéis la expectación que había desde que hace unos meses anunciaron que la BBC en colaboración con Hulu iban a hacer una serie de su segunda novela, Gente normal, para finales de abril (en España todavía no se ha estrenado).

La serie y la novela, localizados en Irlanda, giran en círculos alrededor de la amistad y el romance de dos personajes, Marianne y Connell, desde la secundaria hasta pasada la universidad. Los cimientos movedizos de su relación se establecen desde un primer momento: la aleatoriedad con la que se sigue realizando bullying en los institutos hace que los compañeros se metan con Marianne en la hermeticidad de un pueblo rural, mientras que Connell, a pesar de su timidez y ansiedad, está perfectamente integrado en el grupo social de clase. Los años pasan y los escenarios cambian y sus roles fuera de la burbuja de cristal que proporciona un pueblo también.

Marianne y Connell evolucionan (y evolucionan con ellos sus desperfectos interiores) a lo largo de 12 capítulos y unos cuantos años, un recurso que funciona perfectamente gracias a una elección de actores genial. No es fácil encontrar intérpretes que sepan retratar el desarrollo temporal de personajes, tridimensionales y nunca estáticos, mientras que prestan su cara y cuerpo a figuras que ya habíamos imaginado leyéndolas en nuestra cabeza. Supongo que lo de tener que escoger a actores de aprox. 30 años que lucen 45 para hacer de adolescentes (ya jamás me podré quejar de Élite) está, de cierta manera, justificado con lo que viene después: apunten el nombre de Paul Mescal que con su papel debut como Connell tiene un futuro más brillante que el body paint neón del 2013.

De las numerosas cosas a las que apuntar que tiene Normal People La Serie, una de mis favoritas es la interpretación de las escenas de sexo entre Marianne y Connell. La escritora Jessa Crispin dijo hace unos días en The Guardian que la serie “no era más que una telenovela para millennials” y discrepo por la fuerza motora de ambas. Mientras que las telenovelas se impulsan a través de arrebatos de pasión, en Normal People el sexo no es una consecuencia del deseo o la pasión, sino de otra necesidad básica e instintiva: la de intimidad. Mientras la escritura de Sally Rooney ya establecía los parámetros de esta relación, es en la cámara donde estas escenas muestran a los personajes más vulnerables y centrados en abrirse uno al otro.

La de Connel y Marianne se ve contrastada con el resto de las relaciones que mantienen a lo largo de los años a través de estas escenas de sexo. Estas relaciones son tratadas a través de ellas, los roles de poder, las inseguridades, el anhelo de lo conocido y de rendirse ante el otro. Marianne, por ejemplo, recurre constantemente a roles de sumisión en las relaciones sexuales para recrear esa rendición que con Connell nace solo. En este plano, la serie asume y dialoga con conceptos tan importantes como el consentimiento y lo hace todo de forma natural porque es así como vivimos nuestras vidas, en constante diálogo con estas cosas. Sally Rooney simplemente observa y replica, moldea estas representaciones para dar forma a la propia historia. Son dedos en una cerámica que da vueltas, que con una ligera presión son capaces de cambiar lo que tenemos entre manos.

Queda visible así la clave: la conexión única que tienen los personajes de Marianne y Connell no es porque hayan sido bendecidos por un milagro, por un capricho del destino o por una escritora idealista y benévola que les hace encontrarse con su alma gemela en un mundo sombrío. Estos son simplemente dos personajes descosidos que conocen las heridas uno del otro y son capaces de desnudarse sin miedo a enseñarlas solo cuando todas las puertas que los separan con el exterior están cerradas.

Mientras que los personajes de Sally Rooney rozan el límite de lo empatizable con lo odiable (ahí, con sus dramas existenciales de privilegiados), la serie se las arregla con creces para disimular los puntos irritantes y para desplazar la antipatía a personajes secundarios (como a todos los novios de Marianne). Es perfectamente debatible que la serie mejora los puntos fuertes del libro por estas ventajas que tiene el audiovisual, como dotar de piel el esqueleto que dejó la novela. Lo que se puede asumir sin discusión es que es una serie que dejará a los ya fans de Normal People satisfechos. Lo cual ya es decir.