Es Semana Santa: Baja Tus Expectativas

Ah, la Semana Santa. Aquellas tímidas vacaciones entre el excitante inicio de la primavera y la decepcionante confirmación del refrán “en abril, aguas mil”.

Ah, la Semana Santa. Aquellas tímidas vacaciones entre el excitante inicio de la primavera y la decepcionante confirmación del refrán “en abril, aguas mil”. Sacas las camisetas de manga corta y guardas decidido el chubasquero: nos vamos a la playa. Piensas que una semana entera da para un viaje largo o dos escapadas, y tus expectativas están de repente fuera de control.

Pero claro, ocurren una serie de cosas que, por cierto, llevan pasándote ya unos años que hacen que acabes pasando la Semana Santa tumbado en el sofá, comiéndote los huevos de chocolate de tus sobrinos y mirando las vetustas pelis que cada año se emiten: Ben-Hur, La Pasión de Cristo, Quo Vadis y otras tantas que si tuviera cuarenta años más tendría más facilidad en mencionar.

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Así que, en un intento de encontrar una solución que se ajuste a lo que un ciudadano medio puede esperar de una Pascua modesta aunque refrescante y razonable, así como inolvidable, aquí os dejamos una serie de guías e ideas que bien puedes aplicar a estos días tontos, o no. Solo que ya no tendrás excusa para ese sedentarismo vacacional.

1. Vete por ahí. No muy lejos, pero vete

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Súbete a un tren, coge la bici o conduce hasta que una de las salidas te llame la atención por cualquier razón estúpida. Serás por un día una especie de Indiana Jones de tu provincia. Date un festín en un restaurante casero, da un paseo por un bosque o visita aquel pueblín en que se oigan más las horas en el campanar y las gallinas que tu móvil al recibir un whatsapp. Cuando vuelvas al bullicio de tu ciudad te sentirás como si hubieras estado cuatro días en un spa.


2. Tacha actividades pendientes de tu lista

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Siempre hay aquella exposición a la que no has ido porque iba a durar tres largos meses luego pasan los tres meses y te lamentas por haber esperado al último momento; aquel bar al que siempre comentabas con tus amigos donde era obligatorio hacer un brunch o aquel sitio de alquiler de patines que te jurabas que no morirías sin probar. Ha llegado el momento. Estos días o nunca.


3. Haz un poquito de caso a tu familia

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Por favor. En serio. Nuestra generación es de otra era y una llamada de teléfono no nos parece nada que tenga especial valor pero, de verdad: para la generación que parió a la nuestra y a la que los parió a ellos es muy distinto, y tu familia probablemente no sea la excepción. Así que llama. O pásate de visita, que por lo menos te caerá algo de rica merienda.


4. Lee

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Tienes un montón de libros amontonados más a modo de decoración que de recordatorio. Y lo sabes. Si pretendes volver de estas vacaciones renovado y descansado, nada como pasar una tarde bajo la manta, devorando un libro y bajo el calorcito de una lámpara. Y si fuera está lloviendo, el placer de ese momento se verá multiplicado exponencialmente y puede que hasta acabes haciendo de ello un hábito de fin de semana. Y si esta costumbre acabara por sustituir la de las noches de desenfreno, seguramente no te haría ningún mal.


5. Plantéate un par de cosas

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Así, sin ánimo de obligar a nadie a nada. Solo que las Fiestas, esa época en que nuestro cerebro no goza del privilegio de la distracción del trabajo, no son un mal momento para la introspección y para pasar un tiempo en soledad bien empleado. Puedes tomarlas como un área de servicio de la carrera de Fórmula 1 mental en la que vivimos y plantearte si estás logrando ser el atún que nada a contracorriente en la histeria colectiva que prevalece hoy, esquivando las tentaciones de la tecnología y el consumo de comunicación de baja calidad.

Verás si logras ser ese atún valiente o si, por lo contrario, eres un atún más, sentado en el sofá devorando el chocolate en forma de conejo de tus sobrinos mientras ves pelis de romanos y esperas a que llegue el día en que tengas que volver al trabajo y no tengas que volver a pensar.