Cómo La Selección Española Nos Ha Demostrado Que El Éxito Es Un Estado Mental

Hay ocasiones en las que nos encontramos frente a un reto y todo parece estar en contra. Esos momentos en los que analizas el escenario y no ves más que números negativos, de esas situaciones en las que nadie te daría por vencedor porque los factores

Hay ocasiones en las que nos encontramos frente a un reto y todo parece estar en contra. Esos momentos en los que analizas el escenario y no ves más que números negativos, de esas situaciones en las que nadie te daría por vencedor porque los factores no te favorecen. En esas estaba la selección española de baloncesto antes del Eurobasket; plagada de bajas, lejos de su mejor nivel y con la gran favorita, Francia, jugando en casa. Pero a veces menos es más; a veces el éxito es un estado mental.

Menos eran las posibilidades que las apuestas le daban de hacerse con el preciado oro. De hecho, al iniciarse el torneo, las quinielas la colocaban fuera de los tres primeros puestos, los que dan acceso a los próximos Juegos Olímpicos. Pero cuanto menor era la confianza exterior en el equipo, más motivados estaban los jugadores para demostrar que pese a las bajas, seguían siendo los mismos que habían ganado dos de los tres últimos campeonatos de Europa. Una motivación capaz de superar cualquier barrera que el torneo les pudiese poner.

Menos era la calidad de la plantilla sin figuras de la talla de Marc Gasol, Ricky Rubio, Calderón, Ibaka o el eterno Navarro. La lesión de espalda de Rudy Fernández le hizo jugar desde el primer partido a medio gas, y el cansancio acumulado durante la temporada hizo mella en varios jugadores que bajaron su rendimiento habitual. Pero cuanto menor capacitado técnicamente parecía el equipo, mayor era su esfuerzo. Como dijo Pau Gasol tras la final: "Hemos bajado el culo". Lo hicieron para suplir las carencias técnicas con garra y la falta de inspiración con inteligencia por lo cual poco mérito se le da a un Scariolo que supo adaptar al equipo a cada situación.

Menos era el apoyo recibido a todos los niveles. Obviamente, en Francia la selección española no tiene muchos amigos; pero ni siquiera desde la propia España el equipo recibía la confianza que había tenido en años anteriores. No es que la gente no creyese, pero nadie las tenía todas consigo. Y cuanto menor era el aliento recibido, mayor fue el orgullo que mostraron. Como se suele decir en términos deportivos, "nunca subestimes el corazón de un campeón". Y así, a base de corazón, fue como España hizo callar en semifinales contra Francia a un pabellón con 27.000 espectadores; a base de corazón lograron que todos los aficionados al baloncesto volviesen a creer que era posible.

Menos era la capacidad del equipo para generar juego, pero mucho más fue Pau Gasol. Más anotador, más luchador, más reboteador, más taponador; más líder. El de Sant Boi, ante lo que parecía un agujero insalvable tras la negativa de su hermano a participar en el Eurobasket, se multiplicó para cubrir todas las lagunas que hubiese tanto en defensa como en ataque. Otro tema para analizar aparte es que Pau, con 35 años, está probablemente en el mejor nivel de su carrera.

España no tenía el mejor equipo, no estaba en la mejor forma ni era la que jugaba mejor, pero ganó el Eurobasket porque, si quieres, menos puede ser más.