No es fácil encontrar una serie que parezca tan nicho y que, en realidad, esconda un contenido tan universal. Una serie que, aunque solo sea por el simple hecho de estar vivo, te debería interesar. Rick and Morty es eso: una genial ida de olla que a través de aventuras aeroespaciales y multidimensionales cuestiona desde el Rick and Morty hasta el sentido de nuestra propia existencia, todo envuelto en una barra libre de humor negro, drogas, tetas y palabrotas. Vale la pena señalar un poco la de filosofía, ciencia y matices emocionales que podemos pasar por alto mientras nos reímos a gusto del alcohólico Rick diciéndole al personal "chupadme las pelotas".
La elaboración del guión de cada capítulo daría como para dos largometrajes, y pasan tantas cosas por minuto que te preguntas qué se han metido los guionistas para condensar todo eso en 30 minutos. Los protagonistas se inspiran en la mítica película Regreso al Futuro, solo que Doc se llama Rick y es un alcohólico que eructa cada dos frases. Además, no para de embaucar a su nieto Morty en peligrosas y surrealistas misiones por el espacio y en dimensiones paralelas.
El enorme trasfondo pseudocientífico de cada capítulo nos regala más de un ‘frikisketch’ como el que aborda el principio de incertidumbre de Heisenberg, que se utiliza aunque cogido por los pelos para justificar que se divida y se desdoble la realidad. Mientras, fuera del garaje de Rick flotan en el aire un mar deprincipio de incertidumbre haciendo referencia el experimento de este científico en 1935.
Es un no parar de referencias a otras obras de ciencia ficción como los Cazafantasmas, Nosferatu o Freddy Krueger, pero los creadores se decantan sobre todo por una vertiente concreta del género: el horror cósmico. Creado por el novelista HP Lovecraft, este estilo genera la sensación de terror cuando lo desconocido y lo inimaginable de otras dimensiones nos da en toda la cara Stranger Things también tiene ramalazos de horror cósmico.
La pistola de portales de Rick nos confronta constantemente con otras realidades a menudo horribles un planeta en el que el sol sale chillando, aunque la mayoría de veces también graciosas el planeta de los culos pedorros. A veces son esos misterios "de ahí fuera" los que se acercan a nosotros, como en el episodio Get Schwifty, en el que llegan a la tierra enormes cabezas espaciales que se pueden cargar el planeta en un segundo si no se les canta una canción a lo America's Got Talent.
Pesimismo Cósmico
Pero la serie da un paso más allá y nos plantea una posibilidad casi peor que la de una amenaza exterior: la indiferencia del Universo hacia nuestra existencia. La mayoría de la ciencia ficción pone a la humanidad en el centro del escenario, pero ¿y si al universo se la traemos floja? Ahí entra en juego el pesimismo cósmico, tratado por el filósofo americano Eugene Thacker, que imagina un mundo sin nosotros.
Nadie es imprescindible, ni siquiera la Humanidad: Los mismos protagonistas de la serie la palman en un capítulo y, acto seguido, los reemplaza una versión de ellos mismos que proviene de una realidad alternativa. Es un claro mensaje de que puede que no solo seamos una partícula infinitesimal en un cosmos imposible de medir, sino que, además, haya muchas otras partículas infinitesimales como nosotros.
Mientras que series como Black Mirror te enfrentan con una miserable distopía que te hace reflexionar sobre la condición humana, Rick and Morty no pretende que te aterrorices de tu propia insignificancia, sino que te rías de ella. Schopenhauer, tan pesimista como Rick, lo habría descrito así: “La vida de cada individuo ... en sus características más significantes es realmente una tragedia, aunque cuando la analizas en detalle, tiene más el carácter de una comedia”.
¿De qué ética me hablas?
Cuando el mundo escapa a nuestra comprensión y las posibilidades son infinitas, los valores y la ética empiezan a perder sentido. La serie no para de desdibujar la línea entre lo bueno y lo malo, lo correcto y lo incorrecto. Por ejemplo, en el capítulo en el que la hermana de Morty libera a toda una población extraterrestre de la "entidad" que posee todos sus cuerpos, se produce una masacre racial de los recién liberados entre sí.
¿Quién lo diría? Una serie en la que abundan las bromas de 'caca culo pedo pis' va y nos hace cuestionarnos si la predilección que tenemos por la libertad es lo que nos permite vivir en un mundo en el que ocurren tantas atrocidades. Y este es solo uno entre las decenas de dilemas morales que nos va proponiendo Rick entre eructos y tiroteos.
Existencialismo, Nihilismo y... Alcoholismo
Todo esto nos lleva al existencialismo que desprende Rick and Morty. La crisis de valores la han tratado muchos pensadores, pero Friedrich Nietzsche es el rey. A través de la metáfora "¡He matado a Dios!" el filósofo alemán decía que después de la Ilustración y la Revolución Científica, un tío en el cielo dándole valor a nuestras vidas no acaba de cuadrar. La serie también exhibe un ateísmo rematado, Rick niega explícitamente la existencia de Dios y en un episodio incluso se carga al diablo. Y tras la muerte de Dios en la filosofía, nos queda el nihilismo: la ausencia de significado.
Otro que no le veía mucho sentido a la existencia era el escritor Albert Camus. El 'absurdismo' de este autor nos presenta dos variables irreconciliables: la tendencia del ser humano a buscarle sentido a la vida y la indiferencia absoluta del Universo hacia nuestra existencia. En el capítulo Meseeks and Destroy, unos seres azules han venido a este planeta con un objetivo claro y concreto, que intentarán cumplir a toda costa.
Para Camus, la vida humana es exactamente lo contrario. Pero en lugar de volvernos locos, el autor nos ofrece abrazar el vacío del absurdo. O, como dice Morty: "Nadie existe a propósito, nadie pertenece a ningún lugar, todos vamos a morir. ¿Vemos la tele?"
Si no hay Dios y la ética se desdibuja, ¿a qué nos aferramos? ¿al amor? Rick se dedica a desmitificarlo todo, que es lo que hizo Nietzche en sus grandes 'zascas' de muchos pilares de la sociedad. Para Nietzche el amor no era más que "una ingenua expresión de egoísmo" y para Rick es solo una serie de reacciones químicas. A la mierda todas las construcciones culturales. No hay nada sagrado para Rick and Morty. Tiene el punto destructivo de Padre de Familia, en la que nadie ni nada se salva de una buena hostia conceptual, solo que con mucho más trasfondo del que parece.
Pero en su retrato de la insignificancia cósmica de la humanidad, R&M no se olvida de retratar la frivolidad y las miserias de la vida individual, sobre todo a través del matrimonio frustrado de Beth y Jerry. Jerry es un bobo que no se cuestiona su mediocridad ni su existencia, lo opuesto al racionalismo cínico de Rick. Uno no se extraña de que Rick le de a la botella, además de porque sea un vividor nato, porque cuanto más nos permite la ciencia conocer sobre nosotros y sobre el cosmos, menos nos explica sobre el sentido de nuestra existencia individual y colectiva.
El viejo, igual que Camus, entiende y acepta que la vida no tiene ningún sentido. De ahí su sarcasmo y su indiferencia hacia el dolor y el sufrimiento de los demás. ¿Qué esperas de un tío que se toma el tiempo de explicar matemáticamente en una pizarra por qué sus nietos Summer y Morty son dos trozos de mierda?
Pero ahí entra en escena la permanente incoherencia del ser humano: las acciones de Rick son a veces contradictorias, también dejan entrever sentimientos y afecto hacia su familia, e incluso descubrimos que su latiguillo 'Wubba Lubba Dub Dub' significa "siento un gran dolor". No creemos que ese dolor sea testicular, sino más bien existencial: todo ello nos recuerda que Rick no puede escapar de su condición humana, que le hace buscar a veces a él también el significado del universo.
Teorías sobre la trama a parte, el brutal cocktail de filosofía, ciencia y soeces de esta serie consiguen que las preguntas “¿qué hago aquí?” y “¿qué sentido tiene todo esto?" dejen de ser deprimentes y pasen a ser divertidas.