El salseo ha vuelto a nuestras vidas. Sí, volvemos a tener nueva temporada de la Isla de las Tentaciones, que sirve de catarsis colectiva para muchxs y que incluso podría ser considerado una especie de experimento antropológico. Aunque muchxs lo negaran, lo cierto es que cada temporada vemos dinámicas en las relaciones que nos recuerdan a la nuestra o a la de nuestrxs amigxs. En este caso, una de las parejas concursantes, la de Claudia y Javi, encarnan a la perfección lo que se conoce como el complejo de mama oca.
Con los primeros quince minutos del primer capítulo ya vimos que Claudia tiene un rol en la relación, que más que ser la novia de Javi, parece la madre. Una posición de la cual se nota que la chica está un poco harta, pero que también le gusta usar para situarse como la que marca las pautas. Se dibuja a sí misma como la figura de referencia en el comportamiento amoroso de Javi. El “soy su primera relación” que comenta ella durante los primeros capítulos, tiene una carga de paternalismo que casi parece que hable de un niño pequeño y no de una persona adulta. Aun así, lo cierto es que este tipo de relaciones también existen en el plano de los mortales, fuera de la Isla.
La relación entre Claudia y Javi sería un caso extremo del complejo de mamá oca que muchas chicas adoptan en su relación. Aunque es cierto que a veces parece que Claudia usa en su favor esta posición para influir sobre Javi, también vemos como ella constantemente se hace responsable de la situación emocional de su pareja o eso dice. Este punto es la esencia del complejo de mamá oca: que las mujeres tiendan a hacerse responsables de los problemas de su pareja. Seguramente también pasa con los chicos, pero por desgracia quién más acostumbra a repetir este patrón en las relaciones heterosexuales son las mujeres.
Que pase esto tampoco es un hecho que deba sorprendernos. Culturalmente, aún se transmite el mensaje a las mujeres que somos las “cuidadoras”, especialmente cuando entramos en una relación de pareja heterosexual. Puede que a la hora de convivir se haya conseguido un reparto igualitario de las tareas domésticas aunque está por ver el tema de la carga mental, pero curiosamente son muchos los casos en que las mujeres acaban convirtiendo los problemas de sus parejas en los suyos, desplazando sus propias preocupaciones a un segundo plano.
Adoptar el complejo de mamá oca es muy desgastante tanto para la persona que lo padece como para la misma relación. Primero porque corres el riesgo de acabar hasta las narices, de sentir que los problemas de tu pareja te ahogan o bien que siempre recae sobre ti la responsabilidad emocional de la pareja. Tener el rol de ser el que siempre tiene que guiar al otro no es agradable. Por otro lado, es algo que impide que la persona que está cumpliendo con este rol, pueda tener en mente sus metas y preocupaciones.
Si realmente te sientes identificadx con el complejo de mamá oca, la mejor solución es intentar poner distancia con estas situaciones: no involucrarte tanto emocionalmente con los problemas de tu pareja hasta el punto que eclipsen los tuyos. Además, insiste a tu pareja en que sea ella quién se trabaje su propia madurez emocional, no tienes porque siempre estar adoptando el rol de persona que enseña y cuida la otra.