Esa tarde en la que te sientes cual Bridget Jones caminando de bajón en soledad el día de su cumpleaños. Y miras el WhatsApp, y no te escribe nadie. Entonces reparas en la foto de tu amiga, esa que es súper maja y su novio también es súper majo, y es muy obvio que les va bien, porque cuando uno es majo y el otro también las cosas son fáciles. La gente se quiere, y esas cosas. Pero, ¿y tú qué?
La clave es tener cosas en común. Puede que haya alguien a tu alrededor que es mucho más compatible contigo de lo que piensas, pero que no le estés prestando la suficiente atención porque, físicamente, no es tu tipo.
Alguien divertido, al que le gusten las chorradas, que tenga gustos parecidos a los tuyos, con quien se pueda conversar sin aburrirse... bueno, de hecho, esa persona existe. Es tu amigo/a, el de hace mil años. Pero como la propia palabra indica, es tu AMIG@, no tu pareja. Por alguna razón, os conocisteis y nunca entró en la sección de 'relationship material'. Mola porque podéis quedar a solas, hacer lo que sea, hablar de lo que sea sin miedo a que se confundan las cosas, porque nunca te ha gustado y nunca te va a gustar. Aunque, bueno, una cosa sí que hemos de aclarar: no te va a gustar A TI, porque tú a esa persona quizás sí que les has gustado en algún punto, o al menos lo sospechas.
Pero volvamos al presente: tu tarde de miserias en la que haces retrospectiva por tu pasado, presente y posible futuro solitario. Vamos allá: maduremos. ¿Y si te estuvieses equivocando? ¿Y si tuvieses que darle una oportunidad, verlo de otra manera? Hagamos un ejercicio de imaginación:
- Tardes en el sofá viendo pelis: mola, porque os gustan las mismas. - Conciertos los viernes por la noche: genial, porque de hecho, ya vais a conciertos los viernes por la noche.
- Estabilidad: siempre está bien, a pesar de que solo has oído hablar de ella por terceras personas.
- Sexo: eeeew.
Oops, ahí está el fallo. El circuito que hace que tu ordenador se rompa el día antes de entregar un trabajo. La bacteria que te ataca justo antes de las vacaciones. El hecho de imaginar besos, sexo y yo que sé qué más con esa persona te da sudores más fríos que la peor de las resacas en un domingo por la mañana.
Y ahora, justo en este momento, te viene tu ex a la cabeza. Y te acuerdas de cómo te sentías, cómo se te erizaba la piel solo de pensar en que ibas a verle quitarse la ropa, en que ibas a dormir a su lado... Pues nada, ya está todo claro, no ha hecho falta llamar al CSI: que no te gusta ni te va a gustar, y punto. A otra cosa, amigos.
Eso sí, no acabemos la tarde sin volver al principio: ¿Qué hace la gente para que parezca que todo es tan fácil? ¿Acaso se conforman con alguien que simplemente ven que puede encajar con ellos? ¿Se aburren? ¿Fingen? ¿O nos inventamos todas estas chorradas para justificar que queremos lo que ellos tienen, y punto?