George R. R. Martin es cruel. No es solo que sus personajes caigan como moscas cuando ya les habíamos tomado cariño sino que, además, mueren de maneras horrorosas, patéticas y desgarradoras. Para un Stark, solo hay un lugar peor que Desembarco del Rey: el cerebro retorcido del autor de la saga.
Pero, ¿de dónde sacará George R. R. Martin esas ideas tan macabras? ¿Cómo es posible que una mente trame tantas vidas y tantas muertes? ¿Cómo se le ocurren todas esas idas y venidas? Podríamos pensar que ha tenido una infancia difícil, pero existe una respuesta más amable: de los clásicos. Martin se ha inspirado en algunos autores de diferentes épocas para orquestar crímenes y formas de morir retorcidas, a cada cual peor. Y si no te lo crees aquí van varios ejemplos.
Ricardo III, de Shakespeare
Ricardo III es un drama histórico del gran escritor inglés que narra la fase final de la Guerra de las Dos Rosas. Esta guerra civil, que duró un siglo, enfrentó a los Lancaster y los York, ya que ambas familias alegaban tener derecho al trono de Inglaterra. Ya los nombres de las casas nos dan pistas: las palabras Lannister y Stark toman las primeras y últimas letras de las dinastías originales.
En la obra de teatro, Ricardo III se dedica a conspirar para quitarse de en medio a todos los herederos al trono, ya sea matándolos él o haciendo que se asesinen entre ellos, al más puro estilo Desembarco del Rey. Pero eso no es todo. Ricardo es feo, jorobado y "deforme". En el monólogo que abre la función, admite que desea que vuelva la guerra porque, en tiempos de paz, la gente común se dedica a los amoríos y nadie podría amarle a él, ya que es monstruoso; por eso, decide utilizar su aguda inteligencia y su ingenio para urdir su plan. ¿Una persona "deforme" muy dotada intelectualmente? ¿De qué puede sonarnos eso?
El mito del Rey Midas
Midas fue un rey frigio Frigia fue una antigua región de Ásia Menor que gobernó en el siglo VIII antes de Cristo. Su riqueza era tal, que llamó la atención de los historiadores y escritores griegos, y aparecen historias sobre él en los textos de Heródoto.
Según Ovidio, Midas recibió a Sileno en su corte y fue muy hospitalario con él. Sileno era el acompañante del dios Dionisio, un sátiro al estilo de Filoctetes en la película de Disney, Hércules que no era muy agradable de mirar. Como, a pesar de todo, Midas se portó muy bien con él, Dionisio le concedió un deseo. Y Midas pidió convertir en oro todo lo que tocara. Al principio estaba muy contento, pero cuando se dio cuenta de que no podía comer, beber o tocar a su mujer, se dio cuenta de que había conseguido maldecirse a sí mismo.
En Juego de Tronos, Viserys Targaryen está empeñado en conseguir su corona y se la exige a Khal Drogo de muy malas maneras. El Khal, como Dionisio, decide darle lo que pide de forma un poquito demasiado literal.
Las metamorfosis de Ovidio
Las metamorfosis es el típico libro que uno se lee solo por obligación. Pero si se consigue pasar la dificultad del lenguaje, se encuentran historias que harían a George R. R. Martin abrazarse a sí mismo debajo de las mantas. O escribir un capítulo.
En este texto, que el poeta latino terminó sobre el siglo VIII después de Cristo, aparece el mito de Filomela y Procne, las hijas del rey de Atenas. Procne estaba casada con Tereo y tenían un hijo llamado Itis. Como Procne echaba mucho de menos a su hermana, convenció a su marido para que la trajera de visita. Así que Tereo fue a Atenas y convenció al rey para que le dejara llevarse a su cuñada a Tracia. En el camino, viola a Filomela así, por pasar el rato y, para que su mujer no se entere nunca de lo que ha hecho, le corta la lengua y la deja encerrada en una prisión en el bosque, y le dice a Procne que su hermana ha muerto. Pero, al tiempo, Procne descubre a su hermana y averigua lo que ha pasado. Es entonces cuando las hermanas matan a Itis, el hijo, lo cocinan, y se lo dan de cena a Tereo. ¿O tal vez era a Walder Frey?