Son mujeres recluidas en una cárcel de Tel Aviv. El fotógrafo Tomer Ifrah ha logrado congelar con su cámara la realidad que se esconde tras las alambradas del penal de Nerve Tirza, el único centro penitenciario de mujeres de Israel. Desolación, abandono, desengaño, suciedad, hacinamiento y, a pesar de todo, un ambiente pacífico y alejado de la violencia de otras cárceles que Ifrah ha lanzado al mundo para remover conciencias.
Hasta 180 mujeres se debaten entre la desesperación y el hastío. La mayoría reincidentes y represaliadas por su pertenencia a minorías étnicas miran a la cámara con ojos vacíos, perdidos, esperando no sé sabe bien a qué.
Ifrah convivió con ellas un día a la semana durante tres meses y captó cómo entre la desidia existe un sentimiento de hermandad entre todas las mujeres que jamás generan ningún altercado, sabedoras de que están obligadas a cuidarse unas a otras formando una suerte de sociedad paralela en la que las atenciones mínimas les son distraídas.
Estas son solo algunas de las instantáneas que componen una muestra de más de 500 imágenes fijas de una realidad oculta tras los altos muros de Nerve Tirza. Un reportaje conmovedor que lleva a pensar que las cárceles no son siempre centros de violencia.