“Mi hijo nunca dirá como las croquetas y las lentejas de mi madre no hay otras”
La frase no es de Rosa Luxemburgo. Ni de Virginia Woolf, ni de Simone de Beauvoir. La frase es de una mujer cualquiera del siglo XXI, y aunque, a primera vista parezca incoherente relacionar esta cita con alguna de las grandes feministas de la historia, el fondo de su discurso es el mismo. Así es, las mujeres de hoy son madres 2.0, mujeres que quieren acabar con el concepto de superwoman y seguir creciendo profesionalmente y personalmente. Lejos quedaron ya las madres de los años cincuenta, enfocadas en el cuidado de los niños y de la casa. La madre de hoy, es diferente, trabaja y forma parte del mundo. Es humana y es imperfecta. Y Laura Baena ha sido consciente de ello.
Con 2000 followers en Twitter y casi 40.000 en Facebook, ha creado lo que ya se considera todo un fenómeno de las redes: El club de las malas madres. Con imágenes en blanco y negro que recrean con sarcasmo a mujeres y niños de tiempos pasados, gritan y reclaman a través de frases contundentes y humorísticas que las mujeres de ahora son diferentes, nosotros decimos auténticas. La generación de nuestras abuelas empezó la revolución, la siguió la de nuestras madres, erigiéndose ya como trabajadoras y progenitoras, y la tercera nos corresponde a nosotros definirla. Porque está surgiendo ahora y nadie sabe muy bien cómo comportarse ante ello.
Las jóvenes de ahora, las que empiezan a convertirse en madres o lo harán en un futuro, no poseen ningún resquicio de los tópicos maternales que, quizá, siguieran vigentes en épocas pasadas. Y sin todos esos tópicos, sin esos modelos anticuados a los que aferrarse, ¿cómo va a ser la madre del futuro? O más bien, ¿cómo es la del presente?
Pues imperfecta y quizás sea eso lo que la hace perfecta. Siempre a mil cosas: el trabajo, los niños, la casa... y en todo ello con la colaboración de la pareja. Padres y madres imperfectos, parejas que han dejado de ser las tradicionales y que se enfrentan a los nuevos tiempos sin más guía que la equidad y la naturalidad.
Es posible que el feminismo tenga que ir por otras vías más inteligentes, o quizá este fenómeno sea algo necesario en el nuevo contexto de familia que recientemente se ha venido formando. Quizá hasta surja uno paralelo que reclame una visión del padre diferente a la del trabajador ajeno a la casa.
Muchas veces las redes son el eco de las ideas del inconsciente colectivo. Y si el reclamo de una madre natural y real cuenta con 40.000 seguidores es que es algo que preocupa, interesa y apoya una parte importante de los internautas.
Malas madres o mujeres reales? Que cada cual haga su reflexión.