“En un carro chirriante, dos periódicos:
el primero es la manta; el segundo, la hoja”
Seguramente esta mañana hayas visto al poeta que engendró el breve haiku que abre este artículo. Tal vez estuviera durmiendo en el cajero del que has sacado veinte euros. Tal vez se acurrucara en un portal cualquiera, fundiéndose con el gris del cemento, indiferente al ruido de la gente que ruge camino al trabajo. Tal vez incluso le hayas mirado a los ojos junto a un cartel lleno de faltas de ortografía escrito en un pedazo de cartón.
Tal vez no le hayas visto a él, pero sí a alguno de sus hermanos. O, tal vez, ni siquiera te acuerdes de haberte cruzado con una persona sin hogar, porque lo que denuncia el poeta indigente es precisamente su propia invisibilidad. Los dos versos que coronan este texto pertenecen a Invisible, un libro escrito por cuatro ‘homeless’ para meterte en su piel. Para que la próxima vez que pases junto a una persona sufriendo en la calle no la confundas con una pieza más de mobiliario urbano, con un buzón o un banco.
Invisible –o Niewidzialni, en su polaco original- es un libro provocador tanto en el fondo como en la forma. A primera vista, no es más que un objeto feo y aburrido: un rectángulo de cartón crudo que evoca las pertenencias que a veces cargan los indigentes. Sin embargo, la auténtica sorpresa llega al abrirlo y encontrarse con páginas de un blanco inmaculado. ¿Páginas vacías? No: páginas invisibles.
Los impulsores de esta iniciativa, la Fundación de los Capuchinos, explican que “para leer el contenido, el lector debe dejar la calidez de su apartamento y salir afuera en un día frío”. Y no solo frío: congelado, porque la tinta especial con que está impreso Invisible solo se revela a temperaturas negativas, bajo cero. “La temperatura que acompaña todos los días a las personas sin hogar”, apostillan desde la fundación.
Los Capuchinos, una orden religiosa que lleva años dando de comer a cerca de 300 personas cada día desde su comedor social en el centro de Varsovia, se decidieron a hacer realidad Invisible por unas estadísticas trágicas: aseguran que el año pasado 75 personas murieron congeladas en la ciudad, “principalmente porque nadie les ayudó”. Decididos a sacar de la oscuridad a tantos indigentes que sufren en las calles de la capital, se aliaron con los creativos de la agencia Walk para buscar una solución.
Sin embargo, los auténticos protagonistas de Invisible son Jacek, Mariusz, Mirek y Zygmunt. Ellos son vagabundos, indigentes que frecuentan el comedor social de los Capuchinos, pero también son artistas, periodistas y escritores. Son los autores de los textos ocultos, de las poesías, las memorias, los ensayos, los reportajes y hasta de una breve obra de teatro. El filólogo Alejandro Gamero destaca en un artículo que “el conjunto, aunque heterogéneo, aglutina una visión similar de la vida: un mundo egoísta y despiadado que les obliga a endurecerse y a confiar únicamente en ellos mismos”.
Pero Invisible tiene también otro objetivo menos abstracto: que no pasemos de largo cuando veamos a alguien tiritando en una esquina. Que nos ocupemos de él o al menos avisemos a quien pueda hacerlo. Lo sentenciaba Mariusz Pitura, el director creativo de Walk, durante la presentación del libro hace unas semanas: “si podemos ahorrarle, aunque sea a una sola persona, la congelación, ya habrá valido la pena nuestro trabajo”.
Por si te ha picado la curiosidad, Invisible cuesta 155 zlotys –la moneda polaca, lo que al cambio supone unos 36 euros-. De estos, explican desde la Fundación Capuchina, casi dos tercios se destinan a la ampliación de los comedores de beneficencia en Varsovia. Para conseguir el libro, hay que mandar un mail a zobacz.niewidzialnych@gmail.com, aunque avisan de que —debido a lo singular de los materiales— el plazo de entrega es de aproximadamente dos meses.