En 1947, en las inmediaciones del Londres de la posguerra, nació David Robert Jones, llamado a convertirse en uno de los mitos inmortales del rock. A nivel musical, sí, pero también a nivel estético y conceptual. Sus aportaciones son incalculables. Transitó por el rock haciendo parada en el folk y la psicodelia, la música disco y los sonidos industriales. Colaboró con Brian Eno y con Mick Jagger, con Lou Reed y con John Lennon. También le pidió colaboración al público para elegir los temas que tocaría en su gira mundial de 1990. La más votada fue The Laughing Gnome. Bowie no la tocó en ningún concierto.
Antes de viajar a Marte, llegó a la Luna
Su primer trabajo no tuvo apenas repercusión comercial, por lo que David Bowie tuvo que diversificar para intentar salir adelante. Fue rechazado en un casting de Kit Kat, pero consiguió salir en el anuncio de Helados Lyons Maid. En un intento por relanzar su carrera, le propusieron hacer una película de treinta minutos con algunas de sus actuaciones y, para la ocasión, compuso en 1969 Space Oddity. La canción fue un éxito inmediato y la BBC la usó para su retransmisión de la llegada del hombre a la Luna. Fue incluida en su segundo disco, publicado en noviembre de ese año y que, a diferencia de esta, no tuvo demasiado éxito en las tiendas.
Tras The man who sold the world y Hunky Dory llegaría la que sin duda es su obra maestra, Ziggy Stardust and the spiders from mars. El disco más representativo del Glam Rock, género que vivió su nacimiento y años de esplendor en la Inglaterra de principios de los 70s. Renacido en un andrógino extraterrestre bisexual, el disco narra la historia de Ziggy Stardust, el mesías del rock. Su ascenso y final caída, víctima de su propio éxito.
“Este no es únicamente el último concierto de la gira, sino que es el último que daremos. Adiós. Os queremos”
Durante el último concierto de la gira de Ziggy Stardust, antes de interpretar la última canción, Rock&roll suicide, en la que narra el final del personaje, el cantante anunció que lo dejaba. No solo el público, sino también su propia banda, se quedaron con la boca abierta. Pero así fue. Ziggy Stardust jamás volvería a aparecer en público. Su sombra, sin embargo, le perseguiría durante varios años.
Los Diamond Dogs y su nuevo alter ego, El Duque Blanco, serían su siguiente paso. Más tarde publicó la Trilogía de Berlín en colaboración con Brian Eno. A su interés por el rock experimental y la recién nacida música electrónica que se estaban desarrollando en Alemania hay que añadir el que sentía por la drogas, de las que intentó liberarse durante su estancia en Berlín Oeste. Ya en los años 80 se asociaría al grupo Queen, junto al que compuso Under pressure, su tercer número uno en las Islas Británicas.
Pasando de reconocimientos
A pesar de ser considerado por los británicos como uno de los mayores iconos vivos de su país, David Bowie permanece ajeno a todo tipo de homenajes y condecoraciones. En el año 2000 rechazó la Orden del Imperio Británico y en 2003 hizo lo propio con el título de Caballero del Reino. “No tengo intención de aceptar una de esas cosas. Seriamente, no sé para qué sirven. Yo no me he pasado la vida trabajando para eso”, fueron sus escuetas declaraciones.
Bowie continúa escribiendo canciones a un ritmo admirable. En 2013 publicó The Next Day, elegido como uno de los mejores discos del año por diversas publicaciones, y participó en el single Reflektor del grupo canadiense Arcade Fire. En 2014 ganó el Brit Award al mejor artista masculino y publicó un disco de rarezas, Nothing has changed, que incluía un tema nuevo, Sue or in a season of crime.
Ya, seguramente, lo sabes: ha muerto David Bowie. Las redes sociales fueron, a las 7:30 de esta mañana, el canal elegido para comunicar la noticia. Una noticia que, lo confieso, quise creer falsa, una estrategia de marketing. Como cuando anunció su último concierto hace más de treinta años el último, en realidad, de Ziggy Stardust, uno de sus muchos personajes, como cuando una de sus encarnaciones sustituía a otra. ¿Por qué no? El vídeo que presentó hace dos días fue el correspondiente a la canción Lazarus, todo encajaba. Pero parece que no. Su hijo lo ha confirmado, su allegados lo han confirmado: Bowie ha muerto. Esta vez es verdad. Nos queda Blackstar, publicado hace unos días. Un disco enorme que ya había agotado su tirada en vinilo y que ahora se convertirá aún más en un superventas. Es un tópico, pero es verdad: nos quedan las canciones. Y como demuestra su último trabajo, el Duque Blanco estuvo firmando genialidades hasta casi el mismo día de su muerte. Hasta siempre.