¡Atención! Se ha encontrado vida inteligente en el ídolo de las hormonas adolescentes. Puede que sea demasiado pronto para confirmar un diagnóstico tan rotundo, pero Justin Bieber podría seguir la estela de su tocayo Timberlake y conseguir dar el salto de guapo-teen a artista respetado. Aunque siga habiendo niñas que te destrozarán los tímpanos si desvías tu camino hacia una reunión Believer, hay que reconocer que ha sabido matar a la estrella juvenil para transformarse en el personaje adulto que podemos disfrutar ahora, aunque solo sea por sus escándalos.
El año pasado se unió a Diplo y Skrillex en Where Are Ü Now para su regreso y nos dejó a todos desconcertados, por un lado no podíamos dejar de cantarla y por el otro nos daba miedo y vergüenza reconocer que nos gustaba. Pero, ¿por dónde continuaría su carrera? ¿Iba a seguir como estrella Disney sin tener nada que ver con Disney? No. Después de sus últimos trabajos cursis y con producciones más simples que las letras de Pitbull se ha subido al carro de la música urbana y el tan de moda R&B, y prometo que merece la pena echarle un ojo a Purpose, su último álbum.
Desde que lanzó What Do You Mean, What Do You Mean y la balada pegajosa What Do You Mean, abrió muchos caminos para sus futuros lanzamientos, porque ¿quién se iba a esperar tanta calidad seguida del autor de What Do You Mean? Aunque teniendo de su parte a Diplo y a Blood Diamonds después de haber hecho indecentes colaboraciones con Nicki Minaj o Ludacris no estaba difícil conseguir su primer número 1, pero no le quitemos mérito al chaval que con este intento de lavar su imagen ha salido algo bastante digerible.
Lo que está por venir en el mundo Bieber seguro que no lo sabe ni él, pero por las letras tan “estoy hasta los coj**es de la fama” y reflexiones tan maduras sobre hacerse mayor puede que nos sorprenda tirando por los suelos todos sus objetivos comerciales, como ya hizo el año pasado Miley Cyrus, o con suerte se empiece a acercar a trabajos de pop electrónico como el de Kate Boy. Sé que es mucho pedir, pero puestos a evolucionar ¡que lo haga bien!
Pero a parte de todo eso, no hace falta escuchar ni una sola nota salir de su boca para saber que ya es mayorcito. Se ha apuntado al gym, poco a poco se ha llenado el cuerpo de tatuajes y se ha renovado el armario entero, y si a esto le sumamos todos los altercados en solo un año como huir de entrevistas, disputas con la policía por conducción temeraria y liarla en restaurantes, está más cerca de ser un malote del Bronx que el chico bueno que cualquier padre querría para su hija. Así que si aún no te convence, puede que este cambio merezca la pena por los titulares que nos regala y seguro que nos quedan muchos más.