El infierno de ligar cuando no tienes ni puta idea de cómo ligar

Porque ellos son conscientes de sus limitaciones en el campo de la comunicación, y están convencidos de que del mismo modo que ellos no entienden a los demás, los demás no les entenderán a ellos.

Es hora de dar a conocer un problema que mucha gente sufre en silencio. Suelen ser personas que hablan poco y que entran en la clasificación de "qué monos", pero ni son 'monos' ni quieren serlo. Si los miras atentamente, verás que están pidiendo ayuda a gritos. Hablamos de los incompetentes sociales, de esas personas que no es que sean tímidas o tontas, es que no logran entender cómo funcionan las interacciones básicas entre humanos.

Son la versión real de Sheldon Cooper. Han desarrollado su propia manera de expresarse, y todo lo que salga de ahí les resulta incomprensible, ilógico. Si los dejas solos en medio de una fiesta rodeados de desconocidos se sentirán como si acabasen de llegar a otra galaxia. Ellos quieren integrarse y hacer amigos, pero a la hora de conocer gente nueva son su peor enemigo; y si se trata de ligar, el intento suele ser un auténtico infierno en el que su cerebro tiene cincuenta pensamientos contradictorios por segundo. En su mundo perfecto, las relaciones sociales serían estilo Sims. 'Hablar', 'bailar', 'flirtear' y ver en un recuadro si la otra persona ha reaccionado positiva o negativamente.

Porque ellos son conscientes de sus limitaciones en el campo de la comunicación, y están convencidos de que del mismo modo que ellos no entienden a los demás, los demás no les entenderán a ellos. Tienen tanto miedo a cagarla y quedar como imbéciles que convierten un proceso a priori sencillo en algo jodidamente complicado y lento. En su descontrolada mente, todo funciona de la siguiente manera.

Problema 1

Cuando ven a alguien que les gusta, aunque en un primer momento se sientan muy atrevidos, a los dos segundos se pone en marcha un mecanismo cuya única función es joderles la vida. En ese momento un 'miniyo' muy cabrón aparece en su hombro y les dice: "ni lo intentes, digas lo que digas la vas a cagar, no tienes ninguna opción". Entonces empiezan una discusión interna que puede durar varios minutos y que siempre acaba ganando la parte negativa. Solo hay dos maneras de que estas personas establezcan contacto con otros humanos: por accidente o porque lo ha empezado el otro. Dado el caso de un acercamiento, los socialmente incompetentes responderán a las cinco o seis primeras frases con monosílabos, como mucho dos palabras, porque hacer una frase completa es ir demasiado al límite.


Problema 2

Bien, sin saber cómo han conseguido una cita con la persona que les gusta. Si no la anulan antes con alguna excusa ridícula -que puede pasar-, estarán ante uno de los momentos más jodidos de sus vidas. Ellos saben lo que quieren y que son inteligentes, así que intentan decir algo impactante, en plan: "Eres el amor desconocido que vivió en mi mente siempre y al que hoy veo de frente". En su cabeza ha quedado fenomenal, pero lo que realmente su boca ha pronunciado es: "Pues parece que está refrescando".

Su zona de confort para conversar se reduce a pocos temas, y en la mayoría de ocasiones estos son una frikada. La persona que se atreva a sacarlos de ahí debe estar preparada para hacer un monólogo, porque sus respuestas se reducirán a asentir mientras dicen: "aham, entiendo". Y esto no es una manera de salir del paso por no saber qué decir o una muestra de desinterés, es que tienen tanto miedo de decir algo incorrecto que prefieren parecer idiotas.


Problema 3

Hay que tener mucho cuidado con lo que se les dice porque no entienden las indirectas, y ellos son conscientes. Tanto que se pasan la cita pensando "¿es una indirecta?", aunque lo que le hayan dicho sea "a mí me gusta la pizza con peperoni". Esta gente es capaz de encontrar a cada frase varios sentidos. Si en algún momento se quedan en silencio y con cara de concentración, probablemente estén intentando descifrar si lo que les han dicho es positivo o negativo. Ojo, que esto también sirve para los gestos, ya que son nulos interpretándolos. Puede que si la otra persona guiña un ojo en plan "me molas", respondan con una sonrisa estúpida que ni ellos mismos saben lo que quiere decir. Todo súper incómodo.


Problema 4

Pongamos el caso de que pese a sus múltiples deficiencias la relación va prosperando y hay una cuarta o quinta cita en este punto hay que aplaudir a la otra persona por su paciencia. De golpe habrá un cambio de actitud. En su lógica mente, si se ha llegado a ese número de citas es porque a la otra persona le caen bien, ya no hay duda. Pero esto puede tener un efecto negativo, porque no tienen término medio. La liberación del miedo a cagarla se convierte en el desenfreno de querer decir y hacer muchas cosas en poco tiempo. La desconfianza da paso a la confianza extrema, a la sinceridad sin filtro, de esa que solo tendrías con tu mejor amigo.


Llegados a este punto pueden pasar tres cosas:

1. Le caen tan, tan, tan bien a la otra persona que se han convertido en su amigo y confesor. Probablemente, el sujeto acepte la amistad pero de vez en cuando se pegue cabezazos contra la pared porque es la vigésimo-quinta vez que le pasa lo mismo.

2. La sinceridad ha sido demasiada y la otra persona desaparece del mapa. En este caso, el sujeto estará un mes preguntándose qué ha hecho mal.

3. Pese a todo hay feeling y la otra persona decide soltar algo en plan: "esta noche no hay nadie en mi casa". Llegado el caso, es aconsejable decirlo con tacto, o todas las emociones posibles aparecerán en la mente del sujeto y se colapsará. Su reacción será parecida a esta:

Cuenta la leyenda que a un incompetente social le dijeron esto, y dos días después seguía en el mismo sitio y con la misma cara.

Si algún día te encuentras con alguien así, ayúdale, realmente lo está pasando mal.

PD: Todo esto no es que lo sepa yo, me lo ha contado un amigo.