George Best, La Leyenda Del Fútbol Que Bebió Hasta La Última Gota De Su Éxito

George Best: ser guapo, simpático, carismático, leyenda del fútbol, icono de la cultura pop, y beberte todo lo que ganes.  

Pocas figuras del deporte mundial han sido tan controvertidas como la de 'el chico de Belfast'. Nacido en la Irlanda del Norte de 1946, George Best pasó de ser un niño enclenque y rechazado por su físico a convertirse en un referente de la cultura popular de los años 60 y 70, hasta alcanzar la cima y ser considerado, por muchos, como el mejor futbolista británico de la historia. Una carrera que podría haber sido aún más legendaria de no haber estado lastrada por el mayor de sus problemas: el alcohol. 

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Con su llegada a la First Division -máxima categoría del fútbol inglés en aquellos años-, a mediados de los 60, el club iniciaba una impresionante racha de títulos, gracias al buen hacer del 'quinto Beatle', como le apodaba la prensa por sus patillas y melena, muy al estilo de los cuatro de Liverpool. Jugando con el club de Old Trafford celebró multitud de títulos y premios, como la Copa de Europa, dos Ligas, un Balón de Oro o el galardón a Futbolista del Año, siendo el jugador más joven en recibirlo. Pero, cuantos más éxitos cosechaba en la cancha, más bohemia se volvía su vida, más se sumía él en el pozo del alcohol.

El público enloquecía con 'Georgie' Best; era un ídolo de masas, un icono pop de carácter extrovertido e irónico, un producto publicitario muy cotizado que se bebía todo el dinero que ganaba. Tenía tanto éxito -incluso al final de su carrera-, que, aunque su equipo fuera perdiendo por 0-7, los aficionados disfrutaban igualmente por verle jugar a él. Su popularidad traspasaba los límites del deporte: en 1987, la mítica banda británica The wedding present llegaría a usar su nombre e imagen como portada para su disco debut.

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George Best fue tan buen jugador que, ya en 1982, a los 36 años y con su juego afectado por los excesos, la selección nacional aún se planteaba su convocatoria.

Cuando el alcohol va primero

Best lo tenía todo: era un futbolista de éxito, mundialmente reconocido, jugaba en uno de los clubes más importantes del mundo, ganaba más de lo que podía gastar y, además, era guapo y simpático. Se podía decir que los 60 y los 70 estaban hechos para él.

Pero la sombra del alcoholismo era demasiado alargada. Si bien es cierto que su afición a la bebida y a las mujeres era bien conocida en el equipo y en su entorno, todos lo achacaban a una necesidad juvenil de digerir el enorme éxito que había conseguido. Pero, en 1971, sus excesos comenzaron a afectar a su rendimiento: un viernes decide, conscientemente, no tomar el tren que tiene que llevarle a jugar con el Manchester para poder pasar así el fin de semana en casa de una actriz. El club lo sanciona, pero Best sabe que es bueno, que su juego consigue títulos, y que el público lo adora.

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En 1974 se ve envuelto en un asunto judicial que pone de manifiesto hasta qué punto había desarrollado un problema con el alcohol: una Miss Mundo lo demanda por robarle un abrigo de piel, un talonario de cheques, el pasaporte y otros efectos personales. Pero todo lo denunciado estaba en un coche que los dos habían dejado abandonado en el aparcamiento de un bar. Ambos estaban tan borrachos que no se acordaban de nada; iban a salir de viaje juntos, pero no lograron ponerse de acuerdo para decidir el destino, entre Marbella o Hawái, y siguieron bebiendo.

Best pasó por el altar en dos ocasiones. La primera, en el 78 y con una modelo, pero su matrimonio duró apenas un año, pues ella no pudo soportar sus problemas con el alcohol. Volvería a casarse, en 1995, de nuevo sin éxito. No tuvo descendencia con su esposa, pero, durante el tiempo que estuvieron casados, sí nacieron dos niñas de él con otra mujer.

Con los años, el declive se haría imparable: ya retirado del futbol, pisó la cárcel por conducir borracho y llegó a agredir a agentes de la autoridad.

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Pero Best seguía siendo simpático y cayendo bien, él lo sabía, y cuando le preguntaban por sus problemas él respondía, con ácido sentido del humor, que “en 1969, dejé las mujeres y la bebida y fueron los peores 20 minutos de mi vida”. Estaba orgulloso de la vida que llevaba, aunque el dinero se le fuera en botellas. De hecho, acabó bebiéndose casi toda su fortuna. Cuando le preguntaban por su situación económica, George decía que “gasté mucho dinero en coches, mujeres y alcohol. El resto lo malgasté”. En un show de televisión al que acudió en 1990, le dijo abiertamente al presentador “Terry, me gusta follar”. Después, tuvo que disculparse públicamente por el comentario y por acudir visiblemente borracho.

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Best llegó a decir de David Beckham -otro ídolo mundial y antiguo icono del Manchester y la selección inglesa-  que “no puede rematar con la zurda. No puede rematar con la cabeza. No entra a robar balones y no marca muchos goles. Aparte de eso, está bien”. Su público podía perdonarle todo, tenía tanta gracia a la hora de hablar y justificarse que terminaba cayendo irremediablemente bien.

A partir del año 2000, su cuerpo empieza a darle señales de que había demasiados años de excesos por pagar. Tenía daños en el hígado tan serios que lo llevaron al borde de la muerte. En 2001, tuvo que ser hospitalizado de nuevo por problemas graves de salud, y, al año siguiente, consiguió recuperarse de una operación de trasplante de hígado que duró más de 10 horas. Pero, a pesar de su delicado estado de salud, seguía siendo habitual encontrarlo bebiendo alcohol en público. Incluso le retiraron el carné de conducir durante 20 meses al ser de nuevo detenido borracho al volante.

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En 2005, sus órganos internos estaban tan dañados que tuvo que ser ingresado de nuevo en el hospital. A finales de ese año, postrado en la cama, intubado, y consciente de que era el final de su vida, pidió que la prensa publicase una foto suya, así con su último mensaje para su público: “No mueran como yo”.

Poco tiempo después de morir, la revista GQ lo incluyó en la lista de los 50 hombres con más estilo de los últimos 50 años. Su aire desenfadado, su melena de Beatle y su sentido del humor prevalecen aún sobre su descenso, desde el Olimpo a los infiernos, a causa del alcohol. Pero, para muchos, 'Georgie' siempre será ese joven de mirada limpia, sonrisa perenne y un inabarcable talento que, aún con todo, logró llevarle hasta lo más alto. Quizá por eso, si viajas desde su Belfast natal, probablemente lo hagas despegando del aeropuerto que lleva su nombre.