La mayoría de las veces una sola imagen funciona mucho mejor que mil palabras. Esta regla se cumple en una gran cantidad de contextos. Por ejemplo, jamás podremos describir con palabras un paisaje que estamos viendo. Nos acercaremos bastante, sí, y tal vez nuestro interlocutor se haga incluso una idea aproximada de lo que ven nuestros ojos; sin embargo, las palabras jamás serán suficientes. Lo mismo ocurre con los sentimientos y las emociones. ¿Cómo podemos expresar con simples vocablos lo que nos pasa por dentro?
Los inicios de la fotógrafa Kayla Varley estuvieron marcados por una pregunta similar. La artista, quien se considera bastante introvertida, halló en la fotografía su vía de escape. Con unos tiernos doce años y con la cámara de su padre en las manos, Kayla se adentró en el espectacular mundo de la fotografía, sin llegar a imaginar entonces que algún día este sería su modo de vida.
Su primera cámara personal fue una Kodak Easyshare con la que empezó a hacerse autorretratos, siendo este el mejor modo de documentar sus cambios de humor y, al mismo tiempo, de sacar ciertos sentimientos y emociones que no alcanzaba a explicar con palabras. Fue así como, poco a poco, la fotografía se fue convirtiendo en su pequeña obsesión.
Tras pasar su infancia y adolescencia en Bakerfield, a los diecisiete años Kayla se trasladó a Los Ángeles para asistir al Art Center College of Design. Desde entonces vive en esa maravillosa ciudad en la que ha encontrado su propio estilo, que ella describe como surreal, pero sin dejar de conservar cierto punto realista.
¿Qué hay tras el objetivo de su cámara? ¿Por qué sus fotografías llegan a transmitir tanto? El secreto está en ella misma, una joven que antes de disparar construye en su cabeza un mundo ideal, un lugar en el que toda persona es bella y en el que todo momento debe ser capturado. Justo por eso, sus imágenes transmiten ese ideal de belleza, así como la intensidad del momento que se está viviendo.
Cada una de sus instantáneas refleja un momento conmovedor de su propia vida. Debemos entender que sus fotografías conforman un peculiar álbum de recuerdos, experiencias vividas alrededor de California que perdurarán eternamente. En sus imágenes, la vitalidad y la frescura de la juventud se convierten en protagonistas, en espacios que en apariencia son espontáneos, pero con un trasfondo de intencionalidad.
“Everywhere you go, there you are”, la cita preferida de la fotógrafa, se ha convertido en fuente de inspiración para su trabajo y, gracias a esta frase, sus fotografías están llenas de la intensidad de la vida de sus protagonistas y de ella misma, pues vayamos a donde vayamos, jamás podremos huir de nosotros mismos.
Vía: popseecul.com y wonderlansun.com Crédito de las imágenes: Kayla Varley