Los Falsos Valores Que Aprendimos De Oliver Y Benji

Se acabó la farsa. Durante años fui fan de esos niños dopados con millones de problemas, de los entrenadores borrachos y de los partidos que duraban veinte capítulos porque se jugaban en campos kilométricos. Pero ya está bien, me siento obligado a de

Se acabó la farsa. Durante años fui fan de esos niños dopados con millones de problemas, de los entrenadores borrachos y de los partidos que duraban veinte capítulos porque se jugaban en campos kilométricos. Pero ya está bien, me siento obligado a desmontarles el chiringuito. Y no me refiero a cosas obvias, como que la catapulta infernal sea físicamente imposible de realizar o que hubiese un portero que en categoría infantil ocupase toda la maldita portería. Lo voy a decir claro: campeones era un ejemplo nefasto para los niños y enseñaba unos valores del deporte que son mentira.

Ganar, ganar y volver a ganar al precio que fuese

Para tener 10 y 11 años esos niños eran jodidamente competitivos. El New Team nunca perdía, porque tenía a Oliver, que era una mezcla de Pelé, Maradona, Cruyff, Di Stefano y Goku. El que creciese viendo esta serie lo hizo pensando que ganar es la única opción y no estaba mentalmente preparado para aceptar una derrota.

Lo peor de todo es que este equipo, que se pasaba toda la maldita serie dando lecciones de moral al Toho -su archirival-, cuando iba perdiendo olvidaba todas las reglas que predicaba. Recuerdo un capítulo en el que un rival se queda dolorido en el suelo, y los jugadores del New Team, lejos de echar el balón fuera, dicen: "vamos a aprovechar que son uno menos para marcar". Obviamente, después de tres episodios, la jugada acabó en gol. Y yo -y todos, y lo sabéis- me alegré por ello, porque en aquel momento pensaba que ganar era lo único que importaba.


El fútbol está por encima de todo

Y cuando digo todo me refiero a todo, incluyendo la salud y la propia vida. Y nadie mejor para enseñarnos esto que Julian Ross, un tío que tenía todos los problemas de corazón existentes y algunos que se inventaban sobre la marcha para darle más emoción a la serie, pero nunca se rendía. ¿Que el médico le decía que podía morir si saltaba al césped? ¡Qué más daba! ¡El campeonato infantil nacional de Japón era mucho más importante! Le daba un infarto pero él no se paraba, seguía corriendo porque era el mejor del equipo y tenía que meter gol. Que los que de verdad tenían delito eran los padres por dejarle jugar en esas condiciones; los servicios sociales deberían investigar.

Al lado de Ross, lo que hacía Oliver de jugar con un hombro dislocado y la tibia y el peroné fracturados tiene poco mérito, pero como era Oliver se le daba mucha más importancia que al otro. Qué injusticia.


Aceptar méritos por algo que no has hecho

Bruce Harper era un jugador malo, pero malo, malo, malo, y aun así era titular indiscutible en el mejor equipo de la serie. No era capaz de dar un puto pase al pie, pero tenía una 'habilidad' de valor incalculable para estar siempre en el sitio correcto y parar el balón con la cara -porque ni la frente sabía poner el zoquete-. Y claro, todos los compañeros a aclamar al salvador. ¿Salvador? ¡Pero si le ha dado en la boca por accidente, que lo hemos visto todos! Y él ponía su mejor cara, que era la de empanado habitual pero acompañada con una sonrisa idiota, y aceptaba los méritos de algo que hizo sin querer.

*Sí, Bruce me caía muy mal.


Usar la violencia cuando no te llega lo demás

Había en especial un personaje llamado Clifford Yuma -que por su tamaño y sus facciones debía tener como 30 años, pero seguía jugando con niños de 11- que no hacía más que repartir. Fernando Hierro a su lado era un angelito. Es decir, ese tío llega a estar con los nazis en Normandía y no hay huevos a tomar la playa. Yuma estaba diseñado para hacer daño, y durante toda la serie su único objetivo era lesionar cuantas más veces mejor a Oliver, y si por el camino se cruzaba algún otro, pues también le daba, que era violento, pero no le gustaba discriminar.

Otro caso flagrante de malas artes era el de Mark Lenders, un chaval cuyo mayor fetichismo era chutar muy fuerte contra el estómago de los rivales y luego jactarse de ello cuando estaban en el suelo echando las tripas por la boca.


Este es el resumen de los valores deportivos que subliminalmente enseñaba Campeones, una serie que da para un análisis profundo, pero esto ya lo dejamos para otro día.