Miran, escuchan, comprenden y, en ocasiones, parece que quisieran incluso hablar. Sus ladridos pueden interpretarse y su forma de actuar es, en muchas ocasiones, similar a la de sus dueños. ¿Casualidad?, ¿imitación? Algo parecido, pero mucho más profundo de lo que pudiera parecer. Numerosos estudios se han ocupado de analizar el comportamiento de los perros desde que se convirtieron en animales domésticos de compañía, dejando atrás su pasado como lobos salvajes. El perro es el mejor amigo del hombre, sí, pero ahora parece incluso que puede tratarse como una suerte de 'primo hermano'.

Porque es evidente que pueden interpretar las expresiones faciales, comunicar sentimientos como los celos o el hambre, mostrar empatía hacia el que está sufriendo e, incluso, ver con nosotros una serie en la televisión. Rasgos que, en definitiva, no suponen ninguna sorpresa, dado que no hacen sino dejar claro que disfrutan de la compañía de sus dueños, según recogen investigaciones del Yale Comparative Cognition Laboratory. Pero otros estudios, como el publicado por la revista Yale Comparative Cognition Laboratory, constatan que también observan el comportamiento humano para determinar con quién se llevan bien y con quién no. Es la 'escucha social' y, como nosotros, los perros también la utilizan para saber quién es una buena persona y quién merece su confianza.
Otros estudios se han ocupado de analizar la forma en la que miran. Normalmente, los perros entrenados fijan su vista en sus amos para saber cómo actuar, y se creía que tan solo seguían su mirada dirigida a otros estímulos si estos tenían algo que ver con comida o diversión. Pero el análisis elaborado por el Instituto de Investigación Messerli de Viena comprobó que no es así: los perros que no han sido adiestrados para recibir órdenes también son capaces de mirar hacia donde nosotros miramos, esperando recibir de forma autónoma cualquier información, a pesar de no haber sido dictada por ningún humano.

Así que, ciertamente, miran, escuchan y comprenden. Pero también son capaces de crear su propia red social a tenor de lo que opinan de los demás, igual que nosotros. Y saben observar a su alrededor sin esperar a que nadie se lo ordene. Dos rasgos catalogados por los expertos como más cercanos al comportamiento de los hombres que al de los canes y que llevan a pensar que esas bolas de pelo juguetonas y aparentemente dependientes de nosotros son más 'humanas' de lo que parecen.