Atención, escenario: trabajos de fuerza mecánicos y repetitivos, órdenes dictadas por sargentos autoritarios y ritmos machacones a todo volumen como acompañamiento. ¿Las galeras de un navío en el siglo XVI? No. ¿Un grupo de reos picando en una autopista a 40 grados? No. ¿Entonces? Muy fácil: cualquier clase de spinning, crossfit, body pump o similar. En definitiva, un gimnasio. Y al calor de este culto al cuerpo y al músculo tonificado se ha generado una fauna hasta ahora sin catalogación precisa, sobre todo entre el sexo masculino.
La revista norteamericana Out acaba de establecer un nuevo perfil, el Spornosexual, que define como el chaval narcisista que ejercita su cuerpo hasta conseguir los músculos más definidos del mundo, luce varios tatuajes, utiliza ropa super-ultra-slim y dedica el 50% del tiempo de ejercicio a mirarse al espejo y a echarse selfies. Pero eso se nos antoja demasiado general. Aquí están algunas subcategorías al Spornosexual y otros muchos especímenes que te vas a encontrar, seguro, cuando vuelvas en septiembre a esa sala de torturas moderna que todos llamamos gimnasio.
El Adonis
Similar al Spornosexual, pero sin llegar a ese límite. El adonis es el típico tío guaperas, de barba y peinado perfectos, cuerpo proporcionado y aire enigmático. Algo así como una estatua griega pero vestida de lycra. Lo reconocerás porque, por más esfuerzo que haga, jamás soltará una gota de sudor. Porque hasta para eso es elegante.
El Posturitas
Otra vertiente del Spornosexual. El Posturitas ya está tonificado y musculado; sólo va a mantenerse y, por eso, tiene tiempo más que suficiente para pegarse las horas muertas mirándose al espejo. Primero así, con el brazo doblado; luego así, de espaldas; después así, con la camiseta levantada. Como si no tuvieran espejos en casa. Bravo.
El Metrosexual
Este se delata más en los vestuarios que en la sala de máquinas o en las clases dirigidas. Convierte su taquilla en el escaparate de una tienda de cosmética: además del habitual desodorante, tiene crema hidratante corporal, regeneradora para las manos, tonificante para la cara, gomina, tal vez laca y un secador. Suele pasar más tiempo frente al espejo del baño que en el propio gimnasio, todo para salir a la calle habiéndose desprendido de vulgaridades como el sudor.
El Desinhibido
También reconocible en el vestuario. Porque si lo normal es salir de la ducha ataviado con una toalla y describir un movimiento rápido y preciso para vestirte el menor tiempo posible, este parece disfrutar ventilando sus atributos. Camina con parsimonia entre las taquillas, se seca, se atusa el pelo, comprueba la hora, contesta algún whastsapp… todo en pelota picada. Mejor no preguntarse por qué, a no ser que quieras conocer su respuesta ante tal actitud desinhibida. Allá cada cual.
El Ruidazos
¡¡¡Uuuuugggghhhh!!!, ¡¡¡aaaaarrrrggggg!!!, ¡¡¡uuuuuffff!!! Y así. El Ruidazos es aquel que siente la necesidad de demostrar que está poniendo al límite su cuerpo gritando como un cerdo en la matanza. Y a los ruidos guturales se suman los metálicos: suelen soltar con total impunidad los utensilios que utilizan, como pesas o barras, con el consecuente estruendo letal, provocando el sobresalto del resto. Muy discreto.
El Marrano
Porque, allá por donde pasa, deja tras de sí una estela de peste importante. Y podríamos establecer dos subcategorías: aquellos que tienen un olor corporal fuerte y, después de un rato haciendo ejercicio, comienzan a traspirar, y aquellos que, directamente, van al gimnasio sin ducharse. Y salen de él sin hacerlo tampoco. Suele ser también rasgo distintivo el hecho de que nunca llevan toalla, dejando en todos los asientos restos de sudor. Un primor.
El Ligón
Se les ve de lejos. Porque lo de menos son las mancuernas y las elípticas: ellos van al gimnasio a ligar. Son expertos en detectar nuevos fichajes, chicas que se acaban de apuntar y que todavía van un poco perdidas. Cual gacelas, se acercan a ellas lentamente y, como por casualidad, observan que no están haciendo bien un movimiento y se ofrecen a ayudarlas. Afortunadamente, la mayoría les mira primero con estupor y luego con lástima. Intenciones demasiado evidentes.
El Abuelo
¿Adorable? De eso nada. Van a su bola, que está muy bien, pero entorpecen a cualquier persona que se sitúe a menos de 2 metros de ellos. Suelen bloquear las máquinas durante horas, a pesar de no saber utilizarlas. Se te ponen delante en la fuente de agua y en los pasillos. Deambulan sin rumbo fijo. ¿Por qué? Porque son abuelos y tienen todo el tiempo del mundo. Pero suelen ser majetes y no se meten con nadie. Ya llegaremos a su edad.
Son muchos, pero ahora ya están catalogados. Y tú, ¿te reconoces en alguna de estas categorías?