Ya ha pasado San Valentín. Ya nos hemos empalagado suficiente de rosas, noches de sexo desenfrenado en un hotel con spa, espectáculos y demás detalles trági-románticos que el usuario medio de google es decir, todo el mundo ha tenido con su pareja. Quizá ahora después de esos detalles podemos tomarnos la licencia legal de ser un poco menos románticos, o ¿deberíamos serlo todos los días? Bueno, la verdad es que una pareja se puede considerar como estable cuando existe una confianza plena, es decir, que nos tomamos la libertad poética de no tener vergüenza de nada o “pedoética” esto me lo acabo de inventar, pero mola ¿eh? de tirarte un cuesco cuando te apriete ese culamen machacado a sentadillas en el gimnasio low-cost de debajo de tu casa.
Lo de los pedos siempre empieza por accidente, y nadie sabe quién será el primero en caer o mejor dicho en que se le caiga. A mí por ejemplo me pasó la segunda vez que me quedé a dormir en casa de mi suegra, me levanté de la cama y ¡puff! Se me escapó, y a mi novia le dio la risa floja, tan floja como mi esfínter esa mañana, yo aguantándome los pedos cita sí cita también y voy una mañana y la cago o mejor dicho, me cago.
Es una barrera que toda pareja tiene que pasar, pues una vez te has tirado el primer pedo ya no tienes que preocuparte por si se te escapa y es cuando empieza la guerra química. Del accidente pasamos al ¡qué asco! y de aquí al ¡pues toma otro!, “mejor fuera que dentro” y la famosa tentativa de homicidio por intoxicación por gases bajo edredón.
Ahora vendrán los amantes de la higiene cuyos “ojetes” solo son lavados con agua de bidet ¡pero sin tocarse el culo eh! pues el papel scootex no deja suficientemente limpia y desinfectada su superficie anal, y me dirán que tirarse pedos es de guarros. ¿A caso echar los gases no es sano? ¿No es romántico? ¿no debemos aceptarlo con naturalidad? ¿debemos perjudicar nuestra salud por el bien de la capa de ozono y el cambio climático? Yo creo que no.
No está establecida una fecha para tirarse el primer pedo, pero sí estoy seguro que toda pareja tiene que tirarse un buen cuesco antes de formalizar cualquier hipoteca, pues no hay amor sin confianza, y no hay confianza si no sois capaces de tiraros un pedo delante de vuestra pareja.
El amor apesta.