¿Escribir o no escribir, esa es la cuestión? No. La cuestión es que dejes de montarte películas sobre los motivos por los que no he leído ni he contestado a tu mensaje de ayer.

Te lo voy a decir de dos formas:
1. La versión bonita es que tengo mil cosas que hacer y tú eres la 1001, por lo que todavía no ha llegado tu turno.
2. La tajante es que, tal y como apuntaban las pruebas, no es que no tenga tiempo, es que no tengo ganas. Vamos a suponer que existe una remota posibilidad de que tenga planes y no estés en ellos. No por nada, sino porque no veo la necesidad ni siento que el esfuerzo de renunciar a cualquier otra cosa, en este caso, para atenderte a ti. Pero sin rencores, ¿ok?

No siento la llamada, qué quieres que te diga, eso se nota, te sale solo, no se puede forzar. ¿Has pensado que puede que no me intereses porque hablas mucho o porque me dan ganas de salir corriendo cada vez que haces ese ruido cuando te ríes?
Es sencillo. Te lo repito por si te pierdes: responderte no entra en mis planes y por eso no lo hago. Otra vez, no tiene ningún misterio: no me interesas y por eso no te hago ni caso.

Puede sentarte mal, por supuesto. Tienes todo el derecho del mundo a indignarte, pero no insistas, te lo ruego. Soy testigo, desde el principio, de que no ha habido la química necesaria y ya no hay cita o súper plan de amigos que lo arregle. Lo mejor es que no le des rienda suelta a falsas expectativas, no estoy "muy ocupado" ni he sufrido un secuestro alienígena. Capta las señales o las no-señales y así nos ahorramos las absurdas conversaciones sobre qué es lo que tenemos o por qué ya no nos vemos nunca.

Por favor, no albergues esperanzas ni malinterpretes mis palabras. Escucha el silencio y aprecia su significado; está hablándote y, si no me equivoco, te está diciendo muy educadamente que no te empeñes. La ecuación con la que se mide el aprovechamiento del tiempo no existe pero, por suerte, la fórmula del "si no aportas, aparta", sí.

Y aunque reconozco que, con algo de disimulo y discreción, lo de no contestarte es algo cobarde; tú también has de reconocer que, después de llamarme varias veces, enviarme 10 whatsapp, y 3 privados a whatsapp, estás siendo un poco-muy peroquemuy cansino, no me dejas alternativa.
Ese nivel de intensidad y las pocas y poco interesantes veces que hemos quedado te dejan en el paupérrimo puesto de: no me gustas ni como aperitivo para engañar al hambre. Ni para cuando me aburro porque ya me he terminado todas las series de Netflix. ¿Por qué no lo captas?

¿Qué hacer ante tal grado de vehemencia? Muy fácil, sinceridad y amor propio. Y aunque duela, nunca te negaré un abrazo de consolación. Tienes que aceptar que una retirada a tiempo siempre es mejor que un zasca como el que te estoy haciendo, que es incómodo para los dos. Por favor, píllalo de una vez.

La intensidad ha sido tu fallo, pero ¡eh!, buenas noticias: tienes vía libre, campo despejado. Estás ante la grandiosa oportunidad de olvidarme y concentrar tus energías en conocer a alguien nuevo. Tendrás más amigos, ¿no?
