El nombre Billie Jean hace que suene en tu cabeza la canción de Michael Jackson sobre groupies, pero a partir de hoy te recordará a la tenista femenina más influyente de la historia. El 3 de noviembre se estrena "La batalla de los sexos", una película sobre el mítico torneo entre la californiana Billie Jean King interpretada por Emma Stone y su contrincante Bobby Riggs Steve Carrell que tuvo lugar en el '73. El activismo de esta tenista por la La batalla de los sexos fuera y dentro de la cancha hacen que valga la pena conocer su historia. Ahí va un poco de ella.
El mismo juego, premios iguales
¿Sabías que hasta el 2007 todavía había grandes torneos de tenis que ofrecían un premio menor a las mujeres que a los hombres? Esa lucha por la igualdad ganó su primer set en el US Open de 1973, cuando Billie King Jean, que por aquel entonces ya era una gran figura del tenis, lideró una campaña que incluyó desde la amenaza con no participar en el torneo hasta convencer a una marca de desodorantes para que completara la diferencia del premio. Lo consiguió, desde luego, aunque esa no fue la única batalla que libró aquel año.
Géneros opuestos... y contrincantes
“Las mujeres juegan un buen tenis para mujeres, pero cuando se enfrentan en la pista ante un hombre, incluso si es un viejo cansado de 55 años, tienen un gran problema”. Bobby Riggs, el autor de esa frase, era un campeón de tenis ya retirado que desde hacía tiempo buscaba ganar algo de dinero. En los setenta, la segunda ola del feminismo en Estados Unidos era uno de los focos de atención, y vio la oportunidad: desafiar a una mujer para que jugase contra él. Riggs imaginó como rival a Billie Jean, la abanderada en el tenis de la causa femenina y una de las jugadoras que había impulsado la Asociación de Mujeres Tenistas. Pero ella estaba bastante ocupada y lo veía como un provocador, así que declinó participar.

Entonces ocurrió. Riggs encontró su contrincante en la máxima rival de Billie Jean, Margaret Court. Era la número uno femenina, pero Riggs ganó el partido. Billie Jean decidió en ese momento que aquello no podía quedar así. Llevaba años, junto a otras jugadoras, reivindicando el interés del tenis femenino, y ese revés podría interpretarse como una oportunidad para minusvalorarlo. Por eso aceptó, esta vez sí, el reto.
El circo que se montó alrededor, visto con la perspectiva de los años, da un poco de grima, entre hombres musculados, mujeres modelo, piruletas y cerditos de regalo además de las puyitas que se gastaban los comentaristas. Pero ella ganó. Al mejor de cinco sets, Billie Jean ganó los tres primeros y ahí se acabó la historia. Bueno, ahí no, solo cuando Riggs reconoció que había subestimado a su oponente fue cuando King realmente alzó el trofeo. Y no ganó un encuentro cualquiera, sino el partido de mayor audiencia de la historia hasta entonces, y el considerado como uno de los hitos que impulsó el feminismo en aquellos días.

Sin tirar la toalla
La historia de Billie Jean guarda otros grandes momentos, dos de ellos también relacionados con la lucha del movimiento LGBT. El primero fue personal, al convertirse en la primera deportista profesional de renombre en hacer pública su homosexualidad, aunque le tomó años hacerlo y no fue un proceso fácil debido a la homofobia de sus padres.
El segundo tuvo que ver con el apoyo que dio a René Richard, la primera mujer transgénero que participó en una competición de tenis femenina. René sufrió el boicot de veinte compañeras en el US Open al que fue invitada, y denunció a la Asociación de Tenis Estadounidense por discriminación. En el juicio, la testificación clave en su defensa fue la de Billie Jean, que declaró que por supuesto ella era mujer y tenía derecho a jugar.
Reconocida ahora entre homenajes, esta tenista y activista que deslumbró por su juego y sigue trabajando por las causas en las que cree merece sin duda adueñarse de tu recuerdo la próxima vez que oigas hablar de Billie Jean.