Tener pareja requiere una inversión importante de tiempo, en eso no hay debate. No es que cuando estés con alguien ya no quieras quedar con tus amigos, es que tus noches libres de la semana las querrás repartir eficientemente: una para hacer el vago, otra dedicada a tu media naranja y una tercera para salir con tu grupito. Estadística pura, vamos. Consecuentemente, y aunque estés en una nube de amor, a veces te sientes culpable porque tus amigos salen que da gusto y tú te pierdes muchas noches míticas. Pero se va a acabar eso de ir tarde o a medias con las anécdotas y las bromas, porque te acabas de quedar soltero y tienes todo el tiempo del mundo para celebrar la amistad. Ahora solo queda esperar que no te veas en el siguiente círculo vicioso de soltería aislada...
Primera semana después de la ruptura

Tu teléfono arde, todos te preguntan qué tal estás, te dicen si quieres quedar y acuden a tu llamada para poder entretenerte cada minuto que tienes libre. Así da gusto, oiga. Aunque no vas a estar todo el rato hablando de ti, así que las conversaciones sobre tus dramas siempre dan pie a los de los demás. Es el camino natural de las cosas. Y así es como te das cuenta de que de repente en tu grupo nadie está sufriendo por amor, porque sin enterarte todos se han conjurado para echarse novio/a de repente. Vamos, que te has convertido en el único soltero de tu grupo, y mientras estabas en tu burbuja no te habías dado ni cuenta…
¿Y esta es la mierda que me espera?

No es por asustarte, pero ahora mismo tu ocio se limita a este tipo de cosas:
1. Salir con parejas, una actividad extraña donde las haya, y la mejor manera de sentirte fuera de lugar si acabas de salir de una relación.
2. Quedar con tus amistades bajo cita previa, comunicándoselo con dos semanas de antelación, y oye, que si les envías un burofax con la confirmación de la quedada, mejor que mejor.
3. Salir con conocidos, que no amigos: véase ir de fiesta con gente del trabajo o con esos que solo ves una vez al año-. Puede parecer una buena solución, pero hay un pequeño problema: te saca de tu zona de confort, y ésta ahora mismo está muy resentida por eso que, ya sabes, llaman ruptura.
4. Quedarte en casa viendo Netflix. Una viernes tiene su gracia, pero dos días seguidos es aburrido, y lo sabes.

Más dramas
La cosa se pone negra. Los días que consigues quedar con tu grupo se van a su casa justo después de cenar, no sea que se les pase el toque de queda. Comienzas a escuchar frases del tipo: “me voy ya, que hemos quedado por la mañana con mis suegros” o “este finde nos vamos de casa rural”. Si te has separado en verano, malas noticias, el agobio por buscar plan de vacaciones te hará desear estar trabajando todo agosto. Y si eres de esos que van a bodas… buena suerte esquivando los comentarios de gente que te busca pareja.
Desesperación y... fin

Ante todos estos hechos inesperados, desarrollas un pensamiento tan falso como común: “todas estas parejas estarán juntas hasta el juicio final y yo moriré solo rodeado de gatos que solo me querrán por la comida”. Tu dedo busca peligrosamente en el teléfono el icono con la cara de tu ex. Peligro. Máximo riesgo. Pero aguanta, no decaigas, porque como en toda buena película, hay un giro inesperado en la trama.
Ya hemos visto por Brangelina que las separaciones suelen ser inesperadas. En cuestión de meses, es probable que las crisis, los dramas y las rupturas se sucedan en tu grupo de manera repentina: ahora están en tu misma situación. Y entonces llega ese momento que tanto llevas esperando: renace el grupo de solteros y solteras, todos con ganas de celebrar o de ahogar las penas en maravillosa y ebria comunidad. Todo perfecto, si no fuese porque ahora eres tú el que ha conocido a alguien… y vuelta a empezar.