El documental de siete minutos, Downtown Divas, echa un fugaz vistazo al mundo de la heroína, pero desde un ángulo mucho más humano, donde lo interesante, es que muestra el lado olvidado de estas mujeres haciendo caso omiso de la etiqueta 'drogadicta' que parece que llevan grabada a fuego en la frente.
Las chicas de este documental son incondicionales adictas a la heroína. La mayoría de ellas hablan ruso y viven de los ingresos de la prostitutión callejera. Según los autores del documental, Gigi Ben Artzi y Loral Amirl, estas mujeres coexisten debajo del mismo puente, que es como una casa de crack. Todo el mundo está drogado, hay proxenetas y traficantes. Algunas chicas parecen estar bien por un momento, pero cuando las patadas de la abstinencia las golpean, se desequilibran por completo. Se convierten en zombies de la vida real.

Es un tema difícil de tratar y tragar. Principalmente debido al hecho de que estas mujeres están encadenadas a un mundo de autodestrucción. Una de las chicas por ejemplo, era una policía que trabajaba para la DEA. En algún momento se sintió tentada a asomarse a la grieta y ahora está atrapada en ella. Además, la mayoría de estas mujeres también se prostituyen, y lo más sorprendente son la clase de hombres que las visitan con fines sexuales; algunos son periodistas respetuosos, hombres de negocios, abogados, políticos. Hombres poderosos que deciden utilizar a estas mujeres. Algunas trataron de ir a programas y centros de rehabilitación, pero no lograron mantenerse limpias y terminaron volviendo a las drogas.
El patetismo del 'heroin chic'
Durante la segunda mitad del siglo 20, influenciados por la revolución sexual de la década de 1960, las modelos tenían que ser extremamente delgadas. A mediados de los años noventa, esa imagen fue muy acentuada con la creciente 'heroína chic', una especie de 'glamourización' de la imagen de consumidoras de esta droga, con chicas flacas con círculos oscuros bajo sus ojos vidriosos. Pero cuando uno realmente toma a drogadictas reales y las viste de modelos, la evidencia se viste de seda. Aquí el desafío estético pisa todas las tristes etiquetas dejándolas en un plano secundario.

Por lo general, cuando los drogadictos son el tema, solo oímos acerca de la forma en que cayeron en el mundo de las drogas y cómo la heroína ha destruido sus vidas. Pero en lugar de centrarse en estos aspectos y fotografiarlas en su entorno natural como vemos habitualmente, quisieron llevar a las chicas al estudio; las vistieron con ropa de diseñadores de alta gama como Louis Vuitton, Kenzo, o Miu Miu y hablaron con ellas acerca de música, de sus hábitos, de sus sueños y así sucesivamente. En ningún momento quisieron ensalzar el consumo de drogas, sólo para poner de relieve la realidad.
De este modo, a través del vídeo también se puede leer algo más. A pesar de que estas mujeres se encuentren en el peor lugar de todos, tanto mental como físicamente, siguen siendo sensibles y con los mismos sueños y esperanzas que las mujeres ordinarias. Solo que ellas viven en un universo paralelo: El de los muertos vivientes, los fantasmas transparentes que siguen entre nosotros, aunque hace mucho tiempo que ya se fueron.