¡Ay, compartir piso! Esa maravilla milenial –y no tan milenial– para la que uno nunca está realmente preparado, por muchos capítulos de Friends y New Girl que vea. Los que vivís en esta situación seguramente hayáis oído hablar de un concepto llamado 'intimidad'. Sí, a muchos os suena, pero no lo experimentáis en vuestras propias carnes desde aquellos tiempos adolescentes en los que vuestros padres se iban el fin de semana a una casa rural con sus amigos y os dejaban solos en casa, para alegría vuestra, del Telepizza de vuestro barrio y de esos amigos cuyos padres no se van jamás y pueden sentir lo que es la libertad acoplándose en vuestro sofá.
Pero no nos desviemos. Como decía Andy Warhol, “uno es compañía, dos es multitud, tres es una fiesta”. Pues bien, a esta fiesta viene un +1. Y casi cada día. Efectivamente, estamos hablando de ese novio/a de tu compi de piso que básicamente vive en tu casa.
Ahora muchos pensarán, “a ver, pues aunque comparta piso, si tengo pareja es normal que venga y duerma en mi casa, ¿no?”. Bueno, sí. Y no. Porque hay una fina línea que separa lo que conlleva que venga gente a casa y que esa gente viva gratis en TÚ casa. Creemos que la prueba definitiva e irrefutable llega cuando te levantas un martes cualquiera por la mañana y te encuentras desayunando con la novia de tu compañero de piso sin que él esté en casa porque se ha ido a trabajar, por ejemplo. Y oye, que si tú también te vas, ¡no te preocupes, que ya echa ella la llave, porque tiene una!
Hay muchas más maneras de distinguir a una visita de un +1. Te vamos a mostrar unas cuantas, no vaya a ser que necesitéis más ejemplos para analizar la situación:
- Si tiene su propio pijama.... vive en tu casa. - Si se ha adueñado de las llaves extra... vive en tu casa.
- Si es una chica y usa tus planchas de pelo, te rebaña la mascarilla y te pide desmaquillante alrededror de cuatro días por semana... vive en tu casa.
- Si sabe dónde guardáis las bolsas de basura... vive en tu casa.
- Si hace más de dos semanas que no puedes ver la tele en el sofá por la noche porque tu compi y su pareja están allí acurrucados cual escena de comedia romántica... vive en tu casa.
Bueno, vive en tu casa. Y gasta en tu casa. Porque es una ducha extra, un café cada mañana y se acaba tu muesli de chocolate pero no compra uno nuevo. Porque técnicamente no vive allí. Eso sí, suma duchas, cafés, mueslis y mascarillas para pelo liso y brillante, multiplícalo por cinco días a la semana le damos dos de margen para que vaya a su propio piso a coger ropa limpia y ahí lo tienes.
Por cierto, ahora que mencionamos esto de pasar por su piso a coger cosas, nos surge una pregunta... ¿Pero tú no tienes casa, o cómo va esto?
Pues aquí tenemos dos opciones posibles:
A Vives con tus padres y nuestro piso es el único oasis de libertad en ese desierto que es tu vida actual. En ese caso, nos compadecemos de ti. Es supervivencia, nosotros habríamos hecho lo mismo. B Tienes tu propio piso, pero no lo pisas ni que te regalen un Kit Kat cada vez que entras por la puerta.
Si es la opción B, ay, amigos, eso está mal... Somos compañeros, que decía la serie. Un poco de solidaridad, dos días en cada casa o algo así. Que el Netflix se puede ver en varios dispositivos, oiga, no solo en nuestro sofá. Que Westworld también la dan en su tele. Compañero, prueba su colchón, gorronea un poco de su champú y de su muesli, que debe de tener el paquete lleno porque se ha comido el mío entero.