Estados Unidos sufre una racha de machismo crónico. Pocos días después de la aparición de una antigua grabación donde se escuchaba al ahora presidente Trump haciendo comentarios obscenos sobre las mujeres - algo que él justuficaría como “bromas de vestuario”-, otro suceso machista inundaba los medios norteamericanos. Y sucedía, precisamente, en el entorno de un vestuario: Los miembros del equipo de soccer masculino fútbol europeo de Harvard llevaban cuatro años valorando y categorizando a sus compañeras del equipo femenino por su físico y las dotes que, según ellos, debían de tener cada una en la cama.

Los jugadores elaboraban estos informes a través de un grupo de Google que podía seguirse por correo electrónico y que era público hasta hace unas semanas. El impacto en la propia Harvard ha sido mayúsculo. La reacción del centro, considerado en todo tipo de rankings como uno de los más prestigiosos del mundo, ha consistido, por el momento, únicamente en retirar al equipo masculino de la Ivy League, competición en la que participaba junto a otras 7 prestigiosas universidades estadounidenses.
La reacción de las jugadoras
Seis de las jugadoras implicadas también quisieron mostrar su indignación y, en una carta dirigida al diario que destapó el tema, describen dicho informe como una aberrante exhibición de misoginia. Además de sentirse decepcionadas con sus compañeros, también se lamentan de cómo el deporte femenino queda reducido en tantas ocasiones solo al físico de sus participantes y no al esfuerzo y trabajo que le dedican. Aún así, la carta no es tanto un lamento como un llamamiento a todas las mujeres para que combatan este tipo de comportamientos, porque “el mundo entero es un vestuario”, y recuerden que unidas siempre serán más fuertes.

Pero, ¿es este trasfondo machista algo aislado en las universidades norteamericanas? Por desgracia, parece ser que no. Según una encuesta realizada por la Asociación de Universidades Norteamericanas, el 29,2% de las mujeres de Harvard ha experimentado una penetración o un contacto sexual no consentido desde que llegó a la universidad. Estos números parecen coincidir, según dicha encuesta, con los de otras universidades, aunque la tasa de respuesta en Harvard fue la más alta de todas las instituciones participantes.
A este debate, además, se ha sumado hace pocos días una nueva polémica en un equipo universitario, esta vez, en el conjunto de lucha masculino de Columbia, cuyos miembros se enviaban mensajes de texto que incluían con frecuencia el uso de términos racistas, misóginos y homófobos. Con una próxima administración estadounidense liderada por un presidente no solo nada preocupado, sino casi abanderado de este tipo de comportamientos, será la sociedad civil quien deba iniciar unas luchas que todavía, por desgracia, siguen siendo necesarias.