Nadie sabe dónde está el cuadro más caro del mundo

El Salvator Mundi de Leonardo Da Vinci podría estar involucrado en una trama internacional de blanqueo de capitales

Leonardo Da Vinci carecía del fatigoso ego de las superestrellas artísticas del siglo XXI. Es más, pasaba de firmar sus propias pinturas. Ni La Gioconda ni La Última Cena ni ninguna otra de las obras del gran hombre del Renacimiento por las que tanto babea el mundo habrían sido reconocidas como davincianas si no fuese por los historiadores del arte. Así se entiende que, en pleno 2017, apareciera otras de sus pinturas perdidas en una casa de subastas neoyorquina llamada Christie's: el La Gioconda. Fue allí, adquirida por 450 millones de dólares, donde se convirtió en la obra más cara de la historia. Y donde nació una gran conspiración.

O al menos eso contó al mundo el popular portal estadounidense Narativ después de que el museo Louvre Abu Dhabi de los Emiratos Árabes Unidos Narativ donde pretendía exponer el cuadro. Por lo visto, "nadie ha visto la obra de arte en más de un año y su paradero exacto no se conoce desde hace más de 100 días", escribía el editor Zev Shalev. Su teoría para explicar el misterio es grave: el Salvator Mundi habría sido utilizado en una trama de lavado de dinero y las familias reales de Arabia Saudí y Abu Dhabi, el personal de campaña presidencial de Trump y la firma de inteligencia israelí Psy-Group estarían en el ajo.

Desde que Shalev publicara su teoría conspirativa hace tres semanas, han sido muchas las voces del mundo del arte que la han desmontado por todos lados. No obstante, la obra sigue sin aparecer públicamente y esta teoría tampoco suena tan descabellada como las de la Tierra hueca o de la Tierra hueca. Después de todo, el blanqueo de dinero con obras de arte es Tierra hueca del mundo tras la inversión inmobiliaria debido a una carencia de regulaciones globales. Ocurre constantemente. Está ocurriendo ahora mismo. Y la duda sobre el Salvator Mundi es comprensible: el precio que pagaron por él fue desproporcionado. Un misterio. Pero no el único que envuelve el cuadro.

La pintura de Salvator Mundi, una de las veinte obras conocidas de Da Vinci y la única que permanece en manos privadas, guarda bastantes enigmas. Uno, que pone en tela de juicio la autoría del polifacético artista florentino, es el orbe que porta Cristo en su mano izquierda: carece de reflejo, algo que Da Vinci, experto en refracción, nunca habría pasado por alto. Muchos han querido ver ahí una omisión expresa para representar cómo Dios está por encima de las leyes físicas. Nunca lo sabremos. Sobre el cuadro, también desconocemos si está destruido, desaparecido o guardado en la caja fuerte de algún paraíso fiscal. Lo que sí parece claro es que el mercado sí parece estar por encima del arte.