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"No conozco ningún jugador de la liga francesa, pero todos ellos saben quién soy yo". Cosas de Zlatan. Es difícil definir con exactitud a este sueco: egocentrismo y locura mezclados con una extraña simpatía y altas dosis de genialidad. Su nombre significa 'oro' en bosnio, y como el metal precioso, tiene la curiosa capacidad de provocar al mismo tiempo admiración y recelo.
Pero bravuconearías como esta no se las puede permitir simplemente por haber nacido con un don, se las puede permitir porque con actitud ha trabajado para ello. Su aire chulesco y sobrado es para muchos una lacra, pero lo que debemos preguntarnos es si Ibrahimovic habría llegado a ser Ibrahimovic sin esa auto-veneración que le caracteriza.

Porque de ahí nace la esencia del éxito. ¿Cómo de lejos quieres llegar? ¿Cuántas ganas tienes de triunfar? ¿Qué sacrificios estás dispuesto a hacer? Es lo único que importa. Nada más. Y todo está dentro de tu cabeza, de tu corazón, de tus piernas y brazos. Si fracasas, levántate y vuelve a intentarlo; si triunfas, lucha para volver a hacerlo. De la A a la Z, este es el legado de Zlatan.
Es el grado de determinación y no la suerte o las circunstancias lo que marca el camino hacia la cima. Cuando tan solo tenía 18 años y empezaba a destacar en el Malmö, a Ibrahimovic le surgió la oportunidad de fichar por el Arsenal, uno de los equipos punteros de Europa y cuyo entrenador era el mundialmente admirado Wenger, que lo único que quería para cerrar el trato era que Ibra hiciese una prueba. Pero su respuesta fue: "Zlatan no hace pruebas. No necesito demostraros lo bueno que soy, ya deberíais saberlo".

El traspaso se frustró, el sueco se fue al Ajax y el resto es historia. Siempre ha sido él quien ha decidido su camino y cómo recorrerlo, desde que de pequeño jugaba en canchas de tierra con pelotas cuyo cuero había desaparecido. Y fue la actitud ganadora, la fe ilimitada en sí mismo, lo que le llevó de las calles de Malmö donde se crió a San Siro, el Camp Nou o el Parc des Princess.
Tendemos a endiosar a los deportistas que admiramos, y habitualmente olvidamos que no aparecieron ahí del día a la mañana. Todos tuvieron que dar pasos desde abajo, todos. Puede que algunos de ellos lo tuvieran más fácil que otros, que dispusieran de mejores medios, pero lo que tienen en común es que encontraron la fuerza para no rendirse jamás y dar siempre el máximo, para recorrer su camino con la convicción de que el final valdría la pena.
Y esa fuerza no es exclusiva de la élite, no se puede comprar, nadie te la regalará. Se esconde en el interior de cada uno y está en nuestra mano hacer buen uso de ella. Aunque es muy fácil decirlo y no tanto hacerlo, así que no viene mal tener algo a mano que te lo recuerde. Por ello A-Z, la marca de Zlatan Ibrahimovic, hace ropa pensada únicamente para que cada vez que te la pongas te acuerdes de que puedes comerte el mundo si quieres, que tengas ganas de luchar, caer y volverte a levantar y, en definitiva, entiendas que triunfar es simplemente cuestión de creer que puedes lograrlo.