Películas de terror tan salvajes que fueron prohibidas

Demasiado realistas. Demasiado degradantes. Demasiado terribles

¿Recuerdas aquel artículo que escribimos sobre las películas de terror de los setenta que pusieron las bases de buena parte de todo lo que vendría después dentro del género? En él aparecía la mítica película de William Friedkin, El exorcista, un referente de las cintas de posesiones infernales. Pues resulta que, según cuentan desde Business Insider, la película tuvo semejante impacto que “en Estados Unidos eliminaron algunas escenas y en España no llegó a estrenarse hasta 1975 por su contenido explícito”, dos años después de su aparición, en parte a causa del rechazo del régimen franquista a lo que consideraba un mancillamiento de la doctrina cristiana.

Pero no fue la única peli en sufrir censura a lo largo del mundo. La matanza de Texas, la obra de Tobe Hooper sobre un grupo de jóvenes que se pierde en las carreteras de Texas y termina siendo perseguido por una espeluznante familia, “fue directamente prohibida en varios países”, entre los cuales destaca Reino Unido, uno habitualmente bastante abierto en este sentido pero que no aceptó su proyección en cines “hasta 25 años después del estreno en Estados Unidos”. Y parece ser que no era por el terror psicológico que producía ni por lo gore de algunas escenas, sino por lo realista que parecía y que, consideraban sus gobernantes, podía afectar al espectador.

Cuando ficción y realidad se cruzan

Algo similar ocurrió unos años más tarde con Holocausto caníbal. Según el citado medio, “debido al realismo de este thriller de terror, fue prohibida en el mismo país de origen, Italia, porque se pensaba que todos los asesinatos eran reales”. Hasta tal punto llegó la paranoia que Ruggero Deodato, su director, fue llevado a juicio. Y el tipo compró boletos para ello: “los actores habían firmado un contrato para no aparecer en entrevistas una vez hecha la película, algo que acrecentó el pensamiento de que todo era real”. En otros países como Australia o el propio Reino Unido también se comieron el engañito y prohibieron su reproducción en las salas de cine.

Y un caso mucho más reciente es el de El ciempiés humano 2. Para la Junta Británica de Clasificación de Películas, “hay pocos intentos de retratar a cualquiera de las víctimas en la película como algo más que objetos brutalizados, degradados y mutilados para la diversión y excitación del personaje principal, así como para el placer de la audiencia”. La productora de la obra tuvo que realizar 32 cortes para que recibiera el visto bueno y pudiera ser proyectada. En general, estamos acostumbradxs a la censura en países gobernados por poderes autoritarios, pero no tanto en regímenes democráticos. A ti, ¿te parece bien que se proteja al espectador de esta manera?