El caso real en el que se inspira la nueva Expediente Warren

“Olores nauseabundos, gritos desgarradores, gruñidos de animales, objetos arrojados, agresiones físicas y, en el caso de Jack, agresiones sexuales atribuidas a una entidad”

Expediente Warren es una de las sagas de terror más mediáticas y taquilleras de los últimos tiempos. Quizás la que más. En parte porque sus primeras entregas eran muy buenos ejemplos de cine de posesiones y jumpscares bien hecho. Y en parte porque todas sus historias están basadas en los documentos reales de las investigaciones llevadas a cabo por Ed y Lorraine Warren. Que creas lo que dicen o no ya depende de ti. De si crees en estas cosas demoníacas o no. Sea como sea, le añade un toque de realismo a las pelis. Y El último rito, recién estrenada, no es una excepción: también se basa en un caso real de la década de los 70.

La familia Smurl

Según los documentos de lxs investigadorxs demoníacos Lorraine y Ed Warren, todo empezó tras la riada provocada por el huracán Agnes en West Pittston, Pensilvania, en el año 1972. Como muchas otras familias afectadas, la familia Smurl se vio obligada a mudarse de casa y terminó instalándose con sus cuatro hijas en un dúplex aparentemente normal. Pero la vida se les torció. Porque pronto, cuentan los registros del matrimonio Warren, comenzaron a pasar cosas muy raras y muy tétricas en la casa. El tipo de cosas que puedes imaginarte porque ya has visto en pelis de este tipo miles de veces. El tipo de cosas que acojonan mucho.

“Allí, según su testimonio, pequeños incidentes domésticos, como puertas que se abrían y cerraban por ellas mismas o cisternas que se accionaban solas, derivaron con los años en un panorama mucho más intimidante: olores nauseabundos, gritos desgarradores, gruñidos de animales, objetos arrojados, colchones que saltaban solos, agresiones físicas y, en el caso de Jack, agresiones sexuales atribuidas a una entidad”, cuentan desde la sección de cultura de la agencia Europa Press. Lo estaban pasando tan mal que decidieron acudir a un sacerdote para que llevara a cabo varios exorcismos en la vivienda. No funcionó.

Por eso acabaron llamando al matrimonio Warren. Sus investigaciones derivaron en un diagnóstico claro: en la vivienda habitaba “una inteligencia poderosa, intangible y muy peligrosa”. Así que la familia Smurl abandonó la casa. Yo no creo en cuestiones demoníacas, pero ellos sí, y realmente mucho tardaron en irse de allí. Es la clásica cosa que te dices a ti mismo en el cine. Dejad la casa joder. Si crees haber visto eso pírate de ahí. En cualquier caso, la siguiente inquilina, muy escéptica o muy valiente, “aseguró no haber registrado actividad sobrenatural alguna”. Todo quedó en un relato más. Uno que ahora puedes ver en los cines.