Desde el inicio de los tiempos cinematográficos han existido, nos han comido el coco, nos han hecho llorar y reír a partes iguales, y cómo no, nos han hecho soñar con historias de amor más o menos imposibles. Estamos hablando de las películas de amor. Pero como en Código Nuevo no nos van todos estos estereotipos, y pasamos de hablar siempre de lo mismo, hemos decidido escoger cinco películas de amor, más originales, porque sí, porque Pretty Woman está ya muy vista.
De manera que, si eres indie, hipster, o simplemente estás cansado de leer siempre lo mismo sobre El diario de Noa o Querido John, este es tu artículo y estos son tus personajes. He aquí cinco títulos que apoyan las historias de amor reales, entre guapifeos, que al fin y al cabo, es nuestro pan de cada día.
Frances Ha
Si hay un guapifeo por el que tengo debilidad, ese es Adam Driver. Este hombre de más de 1’90 y voz profunda, se dio a conocer en Girls por su papel de novio capullo, personaje del que logra desprenderse o al menos un poco en este título a las órdenes de Noah Baumbach. Frances Ha es la historia de una pobre desgraciada que bien podríamos ser cualquiera de nosotros/as, ese tipo de persona que a los 27 años se queda sin curro, sin amiga y sin rumbo en su vida, pero que se topa con un Adam Driver… Con una fotografía algo alejada de lo que estamos acostumbrados, Frances Ha es una oda a las historias del día a día.
El juego de los idiotas
Risas a la francesa a punta pala es lo que podemos esperar de esta película de Francis Veber. La cinta que le valió la nominación a mejor actor secundario a Dany Boon refleja al más puro estilo parisino las desventajas de ser conocido, millonario y mujeriego. Modelos, aparcacoches y matrimonios con terceras personas son los ingredientes de esta película imprescindible para todos aquellos emprendedores con novia, un preaviso gabacho de obligada proyección para esta clase de públicos.
Tonight you are mine
Antes de que Natalia Tena apareciese en Juego de Tronos, y viviese relaciones a 10.000 km que la llevasen a los Goya, la tía iba a festivales de música, increíble pero cierto. La amiga protagoniza junto a un desconocido Luke Treadaway Tonight you are mine, una original película a las órdenes de David McKenzie que nos muestra que es posible enamorarse y vivir bonitas historias de amor pasadas por mierda en los festivales de música, y si no que se lo digan a esta joven y hipster pareja que verá como todo lo vivido se tambalea después de tres intensos días esposados. Yo, por si acaso, ya tengo mis entradas para el Optimus.
Like Crazy
Y si Natalia Tena tuvo un pasado festivalero, Felicity Jones no iba a ser menos. Esta británica que nos ha conquistado con su papel de sufridora mujer de Stephen Hawking también fue joven y alocada, y así lo dejó ver en Like Crazy, otra prueba palpable de que el cine también respeta las historias reales y sabe reflejar lo difíciles que son los romances cuando hay 5.000 km de por medio, tal y como les pasa a Jones y a su partenaire Anton Yelchin. Ambos deberán superar o no los inconvenientes de las relaciones a distancia, y lo harán con ese toque británico que tanto nos gusta, porque sí, porque el cine europeo también mola mucho.
Los amores imaginarios
Hablar de cine indie y de dramas amorosos es hablar de Xavier Dolan. Este talentoso y jovencísimo director ha logrado coronarse en más de una ocasión, y Los amores imaginarios ha sido uno de esos títulos que le ha subido al podio y que le convirtió en ganador del premio a Joven Promesa en el Festival de Cannes de 2010. Este drama refleja a la perfección la desesperación y ese dolor tan entrañable que supone el amor no correspondido, y más cuando se trata de una triángulo amoroso con heteros y homosexuales involucrados. Los amores imaginarios cuenta esa clase de historia en la que dos íntimos amigos, como son Francis y Marie, se enamoran del mismo hombre, un tremendo error que, como en la vida misma, no tendrá final feliz, pero tampoco infeliz… ¿Alguien da más?
Como veis, no todas las historias de amor son “made in Hollywood”, y no todas acaban con un “y fueron felices y comieron perdices”, y es que al fin y al cabo, los españoles nunca fuimos de mucha perdiz…
Crédito de la imagen: mov1.ru