Kush, la nueva droga que causa estragos en África

Una mezcla de cannabis, fentanilo, tramadol y formaldehído que zombifica a quienes la consumen

Sierra Leona y algunos de sus países vecinos, todos ellos ubicados en la región occidental de África, están sufriendo las letales consecuencias del surgimiento de una nueva sustancia politóxica: el llamado kush, preparado a partir de la combinación de drogas tan conocidas como son el cannabis, el fentanilo, el tramadol y el formaldehído, además de, según cuentan algunas personas, huesos humanos pulverizados extraídos de las tumbas de los cementerios. No obstante, explica el profesor de ciencia forense Michael Cole, de la Universidad Anglia Ruskin, “no existen pruebas fehacientes que lo demuestren”. Poco importa. Con huesos o sin ellos, el kush está destrozando infinidad de vidas.

No exageramos. En palabras del propio Cole, esta nueva droga es “responsable de la muerte de docenas de consumidores cada semana y de la hospitalización de otros miles”, especialmente varones de entre 18 y 25 años. Su capacidad destructiva procede principalmente de su efecto adormecedor, que hace que quienes la toman tropiecen constantemente, se abran la cabeza contra superficies sólidas y sean atropellados por meterse en la carretera a ciegas. Los zombifica. Los desconecta de su entorno y los hace tremendamente vulnerables a los accidentes. Ah, y su potente capacidad de adicción deteriora la vida social de sus consumidores y los arrastra a un mundo de delincuencia.

Porque, aunque como ocurre con muchas otras drogas ultradañinas el kush no es precisamente caro, genera tal dependencia que la peña ha de consumir muchísimo al cabo del día. En concreto, y siempre según este experto, “cada porro de kush cuesta cerca de 20 céntimos de euro y pueden fumarlo entre dos o tres personas, llegando a consumir hasta 40 porros al día”. Ello en un país en el que el ingreso anual per cápita es de aproximadamente 600 euros. A muchas de las personas enganchadas a esta nueva droga simplemente nos le da el bolsillo, por lo que las opciones de la prostitución, el tráfico de otras sustancias o el robo se convierten en la única salida posible para su ansia.

Desgraciadamente, el kush no es un caso aislado. El nyaope, una mezcla de tabaco, cannabis, heroína y medicamentos antirretrovirales para el tratamiento del sida, lleva tiempo desolando las regiones más marginales de Sudáfrica. También por esta zona sur del continente se extiende y aniquila la white pipe, “un combinado de metacualona, cannabis y tabaco”. Todas ellas tienen algo en común: sirven para evadirse durante un rato de la realidad. Una marcada por la pobreza y, en muchos casos, especialmente en la zona oeste de África, por el recuerdo de haber sido un niño soldado. Tristemente, son casi siempre lxs más desfavorecidxs quienes terminan siendo víctimas de estas sustancias.