“Hago fotos simplemente porque lo amo”. Así define su trabajo el fotógrafo Carly Brown. Su arte gira en torno al mar, el surf, el skate y los viajes de carretera, y afirma que el retrato de ese mundo –de su mundo– constituye tanto su corazón como su alma. Y quizá porque la pasión de Oceanía corre por sus venas y destila buen rollo en cada instantánea, el australiano sería el fotógrafo ideal para retratar vuestras vacaciones. Porque, ¿quién de nosotros no ha soñado con perderse por el desierto, dormir en cada playa y gritar que somos libres hasta que se demuestre lo contrario?

El universo que ha creado Carly Brown tiene su origen en una pequeña localidad australiana llamada Byron Bay, fundada por el abuelo del conocido escritor Lord Byron, quien comparte con nuestro artista esa necesidad intrínseca de captar la belleza dando vueltas por el mundo y ese ideal romántico de naturaleza todo poderosa y hombres pequeños, que Brown esconde entre las grandes olas del Pacífico y su viento huracanado.

Con él, podemos hablar de un paisaje Californiano a miles de millas de la costa estadounidense. Pero no nos referimos a copias mal disimuladas o del frecuente colonialismo yanqui, sino a un eclecticismo sorprendente que nos transporta a un entorno a la vez conocido y misterioso. Brown transforma Byron Bay en una pequeña California salvaje, en un entorno pagano, tranquilo y luminoso, plagado de palmeras y bañistas, pero sin rastro de las multitudes ni el afán civilizador que sí encontramos en Los Ángeles y en sus instantáneas de Venice Beach.
Fotografía California y Australia como si fueran mundos diferentes en un mismo universo.

La luz y el color son sus mejores compañeros. Cuando el sol brilla con fuerza, pocos son los fotógrafos que aprenden a someter su cámara a sus rayos y encararlo desde sus objetivos. Carly Brown, en cambio, ha aprendido a domar el sol y parece que en sus fotografías este ha sido amaestrado, o mejor aún, que se ha convertido en un aliado perfecto para jugar con los colores, las sombras y los efectos Vintage. Esos que demostraron ser capaces de enamorar a una generación milenialista que creció con instantáneas semiperfectas, sin los tonos especiales ni los efectos tostados que los noventa desterraron en pos de la realidad.

Somos hijos de la modernidad y de lo antiguo, y hemos creado un estilo propio que juega con la mezcla de ambos. Brown ha sido capaz de captar esta tendencia hasta hacerla suya. Se acabó el hiperrealismo, los viajes planeados y las fiestas cerradas. El hombre, la mujer, solos, con algún amigo, con algún pensamiento en la mirada; en una playa, en una selva, en un coche, en la calle, con una tabla de surf, un mapa o un monopatín y el viento revolviéndoles el pelo para recordarles que son libres y que ya es hora de demostrarlo.

Carly Brown es el fotógrafo de tus vacaciones porque es playa, ciudad y selva. Es carretera y mucho positivismo. Es Australia, y Australia siempre fue el verano del mundo, con lo salvaje tratando de romper una y otra vez, como olas entre surfistas, esa civilización anglosajona que quiso invadirla y solo consiguió domarla un poco. Igual que Brown con el sol. Igual que nosotros con nuestra libertad.
