Tras las cámaras de 'El príncipe de Bel-Air' había muchísimo mal rollo

Peleas, despidos por enfados, malas actuaciones, problemas con Hacienda... Aunque el resultado final fue una comedia divertidísima, su grabación fue muy problemática

El príncipe de Bel-Air fue una comedia intrageneracional. Estuvo tantos años en la tele y en reposiciones, que su humor y buen rollete marcó muchísimas generaciones, desde los nacidos en los 80 hasta los 2000. Todos recordamos la canción inicial, o el baile de Carlton, o incluso cuando el novio de Hillary muere haciendo puénting pidiéndole matrimonio. Momentazos que posicionan la serie como una de las mejores comedias de la historia. Pero aunque nosotros la recordemos con risas y aplausos, hubo muchos trapos sucios y mal rollete tras las cámaras.

Por ejemplo, las constantes broncas. Will Smith y Tatyana M. Ali que interpretaba a la hija pequeña, Ashley, tenían mucha tensión, porque, según la actriz, Smith actuaba mal: se confundía, no se acordaba de los guiones y era un mal actor… más que nada, porque era muy inexperto, fue su primer papel grande. Como contó en un vídeo de YouTube, casi le despidieron por lo mal actor que era: “me dijeron que no tenía futuro en la interpretación. Afortunadamente, los productores convencieron a la cadena del potencial que tenía”, recuerda.

Pero, como explica el ABC, la peor relación fue la de Janet Hubert que hizo de tía Vivian con el resto del reparto. Tan mala, que fue sustituida por Daphne Maxwell Reid en la tercera temporada 1993. “Probablemente es responsable de mi despido. Tiene mucha influencia”, dijo en una entrevista, culpando a Will Smith de haber convencido a los productores para que la despidieran. Años más tarde, demandó al actor y a la serie por haberla tratado mal durante el rodaje, aunque la demanda no llegó a ningún lugar. Sin embargo, Smith no fue el único que se quejó de la tensión que había con la actriz. Según Alfonso Ribeiro que hacía de Carlton, “estaba loca” y creaba un ambiente “tóxico” durante el rodaje.

Otro momentazo de tensión que contrasta con el buen rollo que veíamos en pantalla es el capítulo “For sale by owner”, de la cuarta temporada 1994, en el que apareció como personaje secundario Donald Trump y tuvo una actitud muy reprochable. El ahora presidente de Estados Unidos se enfadó porque sus frases “no eran graciosas”, tiró las hojas del guión por el suelo y se negó a recogerlas. Tuvo que ser Marla Maples, su mujer de entonces, la que recogiese los papeles porque él se negó. Incluso llamó al productor ejecutivo para que reescribieran su papel y lo hicieran más cómico.

Por último, el artículo recoge más trapos sucios. Pero no de mal rollo entre actores, sino por la situación económica de Will Smith: “El príncipe de Bel-Air le salvó de ir a prisión y de la bancarrota”, asegura el ABC. Había ganado mucha pasta con la música y, siendo tan joven, se lo gastó todo en cochazos y ropa y evadió impuestos. Tuvo una deuda de 2,8 millones de dólares, por lo que estuvo pagando el 70% de cada cheque de las tres primeras temporadas en devolver su deuda, o se iba a la cárcel.

Una anécdota más que demuestra que, tras las risas y las cámaras, había más problemas de los que parecía. Pero, con el tiempo que ha pasado, ¿qué importan? Nos dejan una serie mítica y, como dijo el propio Smith en la reunión nostálgica que tuvieron por videollamada en pleno confinamiento: “sois mi segunda familia. Habéis marcado el resto de mis interacciones e interpretaciones. Cuando miro atrás, me doy cuenta de que la mejor experiencia de mi vida ha sido estar en ese set con vosotros”. Todo perdonado

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