Señoras y señores me gustaría comentar con vosotros lo que conocemos como “operación bikini”. Para mí, la operación bikini es un discípulo de Lucifer, que nos ataca especialmente a las mujeres aproximadamente en el mes de marzo. De repente, cuando todavía nieva, llueve, se me hielan los pies y se me erizan los pezones nada más salir a la calle; comienzo a ver en todos los santos medios de comunicación a modelos de metro ochenta, anorexias, tetudas, tri buenas y con un culo que parece hecho de hormigón… pero en bikini.

Yo en ese momento, indiscutiblemente, me intento hacer lesbiana pero no me sale. Por lo que pienso… Vale, esto… ¿”Ola qué ase”? ¿Cómo se supone que lo tengo que interpretar? Unidad editorial y Mediaset, acaso queréis… ¿QUE ME SUICIDE?, ¿acaso me estáis diciendo, hijos de una hiena mal parida y posteriormente mal fornicada, que dentro de tres meses tengo que ser una especie de diosa del Líbano? ¿Acaso debo MORIR? POOOO ZI.
Así que cuando me doy cuenta de que esto no es moco de pavo y que, efectiviwonder, solo quedan tres míseros meses para ser un desfase de tía a la que los hombres miran y se van directos al cielo, me planteo muy seriamente el suicidio. Pero saco fuerzas de Dios sabe dónde y decido que hay probabilidades de que cumpla mi objetivo. UUUUOOOO nena, como molas nena.

Luego, de repente, así como quien no quiere la cosa, llega abril y consigo… EL CALOR. “¡Oh no!, o sea ¿qué hago?”. Te entra el pánico. Estás blanca como la leche, casi transparente, das asco, seguramente no te hayas depilado en estos cinco meses de frío so guarra y peses más que tu madre cuando estaba embarazada de ti so gorrrda, que te voy a callar a base de bollicaos. Es en ese momento de tu vida cuando, dándole la razón a Mediaset y Unidad Editorial, decides que te quieres suicidar: “Que me mato ¿Eh?, ¡que estoy mu loca!”.

El caso es que a menos que seas súper women y tengas pinta de dibujo animado, todas sabemos que en tres meses no te da tiempo ni a decidir qué régimen quieres hacer, a qué gimnasio te vas a apuntar, a qué clases de gimnasia vas a ir o sea ¿aerobic o spinning tía?, cuánto vas a adelgazar y, sobre todo, qué cosas vas a dejar de comer, porque “pollas” seguro que no. Personalmente, no tengo tiempo de ir al gimnasio y cambiar mi cuerpo por el de Adriana Lima, tomar el sol y estar como Naomi Campbell, hacerme una cirugía y ponerme la delantera de Pamela Anderson, y muchísimo menos convertirme en la antítesis de Hommer Simpson. Entre tú y yo, no es que no me dé tiempo, es que es física, química y cuánticamente imposible que esto suceda. Y sí, me acabo de inventar esta expresión porque estoy de un ataque de nervios que ni tu madre con la menopausia.

Así que mientras tú tía buena hija de Satán te compras pantaloncitos cortos que te llegan por el ojete, camisetas cortas que hacen que enseñes casi hasta las tetas, y mini faldas que hacen que los macho alfa tengan un mayor “easy access” a tu útero, yo comeré yogur en vez de chocolate, tofú en vez de palomitas, espinacas en vez de pizza, y agua en vez de cerveza.
P.D. Viva Falete.
Feliz Semana. Paz nenes.