A estas alturas ya sabrás que Beyoncé ha llevado a un nivel superior aquello de "si la vida te da limones, haz limonada". Su último álbum, titulado precisamente Lemonade, ha dado mucho pie a la polémica y a los rumores por estar supuestamente basado en su relación con su marido y rapero Jay Z y en el hecho de que él le fuera infiel. Bey lo llenó con odio, con amor, con esas sospechas que te llevan a hurgarle el whatsapp a tu novio cuando se va al baño. Y se nos ha quedado a todos la boca tan abierta que nos cabría el mismo Jay Z dentro.
Parece coña, ¿verdad? Pero pasó. A Beyoncé, la reina, la diva, el icono e ídolo de las mujeres negras y blancas y de todos los tamaños y razas, le han puesto los cuernos. Y a lo grande, por lo que parece. Es algo curioso como, supongo que porque Bey y Jay siempre habían sido herméticos en cuanto a su relación, habíamos absorbido de ellos esa imagen de pareja idílica. Sin embargo, en todas partes cuecen habas. Ella, guapérrima y con talento, él poderoso y con mucha potra porque Jay, tú, yo y toda la Tierra sabemos que si no llegas a estar en lo más alto Beyoncé ni te hubiera mirado. Y tú, pobre mortal desagradecido, vas y te lías con otra u otras, a saber lo que no habrás hecho.
Y esto me lleva a preguntarme: Si Beyoncé es el summum de mujer y le han puesto unos cuernacos tan grandes como la Sagrada Família, ¿qué podemos esperar las demás? Y se hizo el pánico. Lo siento. Pero relfexionémoslo.
Sí se confirma que a la reina de las reinas le han sido infiel con una chica, cuya máxima virtud, aparentemente es que tiene un pelo ideal, estamos jodidos. ¿Cómo no nos van a engañar al resto? Si se les pasa a mujeres como ella, Eva Longoria, Demi Moore, Iggy Azalea y otras tantas que no decidieron hacer una gira en torno a ello, ¿cómo vamos a estar tranquilos los demás?
¿Cómo no va a pasar a menudo entre gente a la que no conoce ni su madre? O sea, a ti, a mí y a mi primo. La diferencia es que nosotros no tenemos ni para limones y Queen B se está forrando a costa de tener unos cuernos que no entra por la puerta. Piénsalo:
- A nosotros que no tenemos una página de Wikipedia.
- Ni se nos puede llamar solo por el nombre porque hay ciento y la madre que se llaman igual.
- A nosotros que nunca han puesto nuestras canciones en la discoteca.
- Y no tenemos vídeos moviendo las caderas o en el que se nos vea andar a cámara lenta con la melena al viento.
- A nosotros, que seguimos sin tener ni puñetera idea de como se pudieron aprender entera la coreografía de Single Ladies.
- Que no sabemos ni cantarla en la ducha.
- Y no llenamos estadios de fútbol ni juntando a todos nuestros conocidos.
- Ni creamos un hit, para indicar que o teníamos un anillo ya en la mano o hasta nunca. Más bien salen corriendo.
- Y siendo conscientes de que lo más cerca que estaremos de un Grammy será ensayando con el bote de champú en el baño.
- A nosotros, que lo más cerca que estaremos de la alfombra roja será trasnochando para ver los Oscar.
- Y no tenemos ese flow, ni nos caracterizamos por ser unas divas o unas reinas.
- Nosotros, que no somos Beyoncé.
Pero calma. Después del ataque de histeria colectiva, recordemos que esto no nos debe hundir en lo más profundo. Solo nos hace ver que ella es tan mortal como nosotros. Por mucha reina que sea, en este disco se ensaña una y otra vez sobre el mismo tema, se recrea en su agujero de mierda y dolor, como todas. Solo que ella, en vez de darle la brasa a sus amigas una y otra vez con lo cabrón que ha sido él, en vez de soltar esas frases llenas de rencor para llamar la atención en Facebook o acabar mandándole mensajes a las 4 de la madrugada bajándote los pantalones al estilo "no te quiere como te quiero yo", hace un discazo y se queda tan ancha.
Aunque si la vida nos da limones y nosotros sencillamente nos tengamos que joder y superarlo a nuestra manera, siempre nos quedará el consuelo de que, nuestros cuernos no saldrán en la portada de ninguna revista del corazón. Solo seremos objeto de cuchicheo entre nuestros conocidos. Algo es algo. Y sinceramente, si Jennifer Aniston pudo superar que Brad Pitt, repito, BRAD PITT, le dejara por otra... lo tuyo es coser y cantar.