“Tía, ¿por qué siempre me dejan? Es que… soy una desgraciada, ¿sabes?”. “Joder, mis novias siempre salen corriendo, ¿qué tengo de malo?”. Podríamos contarlas a millones: son las frases que tus colegas te sueltan entre copas y lloriqueos cada vez que su último ligue en plan esta-vez-sí los deja plantados y con cara de tontos. ¿Y qué puedes decirles tú en estos casos?
Lo normal y especialmente cuando eres un tío es ir lanzando respuestas tan profundas como “no te rayes, tía” o “si no tenía que ser no tenía que ser” y apañártelas para cambiar de tema ASAP. Pero, vamos, lo que piensas es muy distinto y lo sabes. Lo que les dirías, si no fueran tus amigos y pudieras ser jodidamente cruel con ellos, sería algo así como:
1. Lo quieres todo
La vida es como uno de esos concursos antiguos de la tele: o eliges el dinero o eliges la caja sorpresa. Vale, el dinero te gusta, te conviene y es seguro, pero la caja… es tentadora. Lo que no puedes hacer, y eso está claro, es elegirlo todo, ni tampoco pasarte la vida lloriqueando por el qué-habría-pasado-sí. ¿No has entendido la metáfora? Bueno, más fácil: que si tienes pareja no te quejes por no estar libre, y si estás libre no te quejes por no tener pareja, porque así lo único que consigues es estar mal y dar el coñazo a tus colegas. ¿Ya
?
2. Eliges como el culo
“Tía, es que sólo me gustan los malotes” o “es que a mí me mola que pasen de mí” son frases muy comunes en un tipo bastante concreto de persona: la que sale escaldada de todas y cada una de sus relaciones. Es muy sencillo: si te gustan los gatos y te gustan porque son muy independientes, después no te quejes de que no vayan a perseguir el palo como los perros. ¿Capisci?
3. Empalmas una relación tras otra sin parar
Seguro que conoces a la típica persona que siempre tiene pareja. Yo los llamo chica-novio, chico-novia, etc. Pues bien: esa gente está jodida. Esa gente no sabe estar sola. Esa gente es como Tarzán: saltan de liana en liana sin parar y no sueltan una hasta que tienen otra bien agarrada. ¿Y sabes qué pasa? Que nunca se dan un tiempo para bajar del árbol, pasear por la selva, conocerse a sí mismos… quién sabe: quizá si lo hicieran acabarían descubriendo que en realidad ni siquiera son monos.
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4. Eres muy absorbente
“No lo entiendo, me desvivía por él: siempre le estaba escribiendo, le llamaba cuatro veces al día, le presenté a mi familia al mes de conocernos, dejé de ver a mis amigos por él, me apuntaba siempre a los planes de sus amigos, le espiaba el Facebook, le seguía por la calle, enviaba amenazas anónimas a sus ex… no entiendo qué ha podido salir mal”. No, yo tampoco.
5. No hay quien te aguante
Lo mismo ligas un montón, siempre que sales pillas, lo petas allá donde vas… pero las parejas no te duran más de un par de polvos. ¿Es tu caso? Entonces quizá, y solo QUIZÁ, es que cuesta un poco aguantarte. Eres demasiado “intensito”, te enfadas con facilidad, tu voz es irritante… No sé: valora qué puede estar saliendo mal y haz un poco de autocrítica, porque normalmente cuando crees que todo el mundo está equivocado, quien se equivoca en realidad eres tú.
6. ¿Todo bien en la cama?
Es posible que seas un encanto, una persona atenta, simpática, interesante, guapa y la mar de campechana, oye, pero aun así las parejas no te aguantan demasiado. Y entonces tú te preguntas por qué, y tu entorno se pregunta por qué, y tu madre dice “pero con lo campechano que eres, cariño, no lo entiendo”, y quizá resulte que… en fin, en la cama seas un poco “ñeh”. Valóralo, piensa si hay algo que falla: demasiado aburrido, algo egoísta, poco creativo… deja de pensar que eres “una máquina” y esmérate un poquitín más. A veces es solo una cuestión de echarle ganas.
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7. Se te acaba la magia
Hay gente con un carisma especial, gente especialmente hábil en esto de encandilar a los demás. Un poco de misterio por aquí, unas historias interesantes por allá, todo aderezado con una charla profunda… y caen a sus pies. Todos odiamos a esa gente, ¿sabes por qué? Porque esa gente hace magia. Y la magia es trampa. Pero, tranquilos: a los magos en seguida se les ve el truco. Y es por eso que, cuando los efectos del hechizo se disipan y el conejo asoma por la chistera, sus parejas escapan volando como palomas. ¡Ja!
8. Demasiadas expectativas
“Yo te puedo mostrar cosas maravillosas. Ven, princesa, y déjate llevar a un mundo ideal”. Pero el mundo no es ideal, tontaina, los príncipes y princesas traman chanchullos de blanqueo con sus cuñados y las parejas de verdad hacen cosas desagradables: a veces mienten, se ponen bordes y hasta se tiran pedos mientras duermen. Y, o bien aceptas esas imperfecciones, o bien vuelves al reino de la soltería. Porque, ¿sabes qué? Nadie te obliga a tener pareja, principito.
9. Lo siento: tienes muy mala suerte
En fin, a veces hay cosas inexplicables. Lo mismo eres una persona estupenda y aun así te llevas palo tras palo. Y eso es lo más jodido: cuando no hay explicación alguna a tus fracasos. Quizá en otra vida hicieras cosas terribles y el karma te esté dando una buena paliza cósmica, quién sabe. Pero lo más sensato es pensar que todo irá bien, y que, como dice el tópico, lo que tenga que ser, será. Eso sí: no te me agobies. Ya sabes que no hay nada más antisexy que esforzarse demasiado. Keep it cool y… ¡suerte!