9 películas que son una droga letal para el cerebro

Te hackean la mente y luego estás dos o tres días dándole vueltas al asunto. Por eso molan. Pero no suelen ser taquillazos, ni triunfan demasiado, así que muchas se nos escapan.

Petrificado en la butaca del cine o en el sofá. Hay películas que te dejan con el culo torcidísimo. Por su final, por su reflexión, porque no te esperas el desenlace. Porque son filosóficas, turbias… Te hackean la mente y luego estás dos o tres días dándole vueltas al asunto. Por eso molan. Pero no suelen ser taquillazos, ni triunfan demasiado, así que muchas se nos escapan. Tranquilidad: allá va una guía de películas para darse un maratón épico de rayadura cerebral.

Cube, de Vincenzo Natali

Un grupo de personas despierta en un laberinto compuesto por habitaciones cúbicas selladas herméticamente y conectadas entre sí. Tras superar el shock inicial, deciden pensar en cómo salir de esa cárcel, pero se dan cuenta de que algunos de esos cubos encierran una trampa mortal: cuchillas, gas letal y lenguas de fuego. Una inquietante historia en la que los protagonistas, que nada tienen que ver entre sí, se ven obligados a colaborar para sobrevivir.


Donnie Darko, de Richard Kelly

A nuestro amigo Donnie lo despierta una noche una extraña voz que le pide que le acompañe. Acaba en un campo de golf, donde le espera un conejo gigante con aspecto de demonio que le dice exactamente cuándo terminará el mundo. Al despertar de nuevo, una vez se ha hecho de día, en medio del campo de golf, regresa a su casa y descubre que el motor de un avión ha caído de lleno sobre su habitación y que sus padres le daban por muerto. Y allí arranca su camino para contarle al mundo lo que va a suceder.


La cinta blanca, de Michael Haneke

Viaje en el tiempo: volvemos a la Alemania de 1913, justo antes de la Primera Guerra Mundial. En un pueblecito del norte, de rígida moral protestante, conviven unos vecinos amedrentados por el cacique local, por el maestro y por el párroco. Pronto empiezan a ocurrir extraños sucesos de brutal violencia que atemorizan a todos los vecinos. Todo apunta a que son los siniestros hijos del maestro los que están detrás de esos inquietantes crímenes.


Escupiré sobre tu tumba, de Steven R. Monroe

Una historia sobre la locura humana y la venganza más cruel tras una experiencia traumática. Jennifer Hills, la protagonista, se muda a una apartada cabañita en medio de la montaña, y es atacada por un grupo de hombres que la violan salvajemente y huyen al darla por muerta. Pero de muerta nada: Jennifer nos enseña hasta qué nivel de sadismo puede llegar el ser humano cuando tiene sed de venganza.


Olvídate de mí, de Michel Gondry

¿Y si pudiéramos borrar todos los recuerdos negativos de nuestra mente? Eso es lo que hacen los dos protagonistas de la película cuando deciden romper su relación. Pero el destino vuelve a unirles, aunque no se acuerden el uno del otro. Una historia desorientadora, sorprendente, y que hace reflexionar sobre el poder de la mente.


Mr. Nobody, de Jaco Van Dormael

Teorías de física cuántica sobre el universo, el caos, la filosofía… Todos somos el fruto de nuestras decisiones cotidianas. Coger o no ese autobús, salir antes de casa, viajar o no viajar a ese lugar. ¿Qué ocurriría si nuestra mente pudiera hacer que viviéramos todas nuestras posibles vidas? Nemo Nobody, el protagonista de la película, es capaz de hacerlo, y las rememora todas en su lecho de muerte en un mundo en el que el ser humano ha sido capaz de alcanzar la inmortalidad.


El árbol de la vida, de Terrence Malick

Ambientada en los años 50 y en Estados Unidos, cuenta la historia de una familia a través de su hijo mayor. En su paso de la niñez a la adolescencia, Jack evoluciona influenciado por su autoritario padre y por su bondadosa madre. Ya de mayor, se nos presenta a Jack como un adulto perdido que reflexiona sobre el origen y el significado de la vida, las relaciones personales y el sentido de la existencia.


Shame, de Steve McQueen

Brandon lo tiene todo: es guapo, con pasta, con un buen trabajo y un pisazo en pleno corazón de Nueva York. Pero es profundamente infeliz y tiene un problema con el sexo: nada le sacia. Consume porno compulsivamente y es un depredador que tan pronto liga en el metro como que se pasa toda la noche alternando con prostitutas. Todo cambiará cuando su hermana pequeña se mude a su casa, y él tome conciencia de que tiene que modificar sus hábitos de vida. Una película perturbadora que habla de la culpa, la represión, el abuso y el dolor emocional.


Vivir es para siempre, de Gustavo Ron

Sam tiene prisa por hacerlo todo. Sólo tiene 12 años, pero ya quiere darle un sorbo a una cerveza, darle una calada a un cigarro y besar a una chica. Tiene prisa porque, aunque los adultos no sean muy claros en sus contestaciones, sabe que no le queda mucho tiempo. Tiene leucemia y está seguro de que morirá pronto, por eso también tiene curiosidad por entender qué es eso de la muerte. Dramón que garantiza risas y lloros casi a partes iguales.


No las veáis todas de golpe porque no seréis capaces de pegar ojo en un mes, avisados quedáis.