Si hay algo más pintoresco que un domingo en familia son tus nuevos compañeros de piso. Todos sabemos que, tras el verano y el comienzo de nuevas etapas, llega el momento de volar por primera vez del nido, hacerlo por segunda vez o simplemente mudarte de casa porque el resto de tus amigos se han fugado de España.
Como en las cenas de Nochebuena, en tu nuevo piso puede pasar de todo. Pero vayamos a lo divertido, porque otra cosa no, pero encontrar casa es de todo menos sencillo. Ni el casting de Gran Hermano tiene tantas fases...
1. La fase Facebook
Esto es peor que el mensaje de Navidad del Rey, es muy previsible y su efecto es prácticamente nulo. Crear un evento donde se busca compañero de piso o simplemente poner que alquilas tu habitación en una publicación tendrá menos efecto que los mensajes de listas con 2 copas por 15 euros.
2. El momento grupo de WhatsApp
Si ya son pesados de por sí, si intentas colar por todos y cada uno de los grupos que tienes que buscas piso o necesitas alquilar tu habitación la máxima respuesta que obtendrás será un "si me entero de algo te digo". Que está muy bien, pero a tus amigos les pasa lo mismo que a ti, nunca leen los eventos de Facebook.
3. La hora de ser idealista
Al principio de toda búsqueda, Internet es nuestro aliado, y tras probar las herramientas sociales y el bla bla bla, te lanzas a la aventura de ver pisos por Internet. No podrás parar y lo sabes, y lo que en principio comenzó siendo una búsqueda con filtros, ahora se ha convertido en un "me da igual dónde, pero ya". Todos empezamos queriendo el piso de Carrie en Nueva York, pero acabamos siendo uno más de El Chiringuito de Pepe.
4. La primera toma de contacto
Sí, porque lo de antes es un mero calentamiento producto de la pereza milenial. Pero ahora que te has hecho con los pisos clave comienzan las llamadas, las primeras fotos de perfil de WhatsApp que servirán para que decidas dar el primer paso o directamente digas "yo con este friki no vivo". Eso sí, tú tienes aquella foto con la careta de Anonymous.
5. La visita innecesaria
A muchos les dirás que irás porque, aunque sabes que no te ponen, no quieres quedarte sin mojar. Vamos, que eres consciente de que estás viendo pisos en los que no vivirás pero que servirán para reafirmarte. Es como cuando te dejan o dejas a alguien: un clavo saca otro clavo.
6. La ronda útil
Y ahora sí, llega esa tarde crucial en la que has juntado los mejores pisos, los que realmente sabes que te gustan. Haces las llamadas correspondientes y utilizas esa voz seductora que tanto ha triunfado en otras ocasiones. Te pintas, te vistes y timbras, la entrevista está a punto de comenzar y sabes que serás el ser más adorable del mundo.
7. El efecto terraza
Siempre hay uno de esos pisos que se te queda grabado en la cabeza para siempre, te hará soñar tanto que esa misma noche te imaginarás todo tipo de situaciones allí. La terraza te ha marcado tanto que caes en la trampa de escribir al dueño para presionar. Sí, no te contestará jamás.
8. Fase de adaptación
Tras el disgusto del piso de tu vida, llega el momento cumbre: el día de la humildad. Aquí es cuando asumes que no necesitas un vestidor, que esa terraza era demasiado grande y que un enchufe bastará para poder ver Orange is the New Black en tu ordenador. Coges tu agenda y ahora sí llamas a ese piso normal que habías visto desde el primer momento pero que no era tan macarra como para ser el primero.
9. Bienvenido a casa
Llamas, hablas, negocias y sin querer comprendes algo, que ya estás en tu casa. Eso sí, lo que ha parecido una trepidante búsqueda ha sido una odisea por todo tipo de casas por llamar de alguna manera a esos garajes, con todo tipo de personas por llamar de alguna forma a ese doble de Iker Jimenez.