Como decía Antonio Machado: “Todo pasa y todo queda”. Pero si no quieres que lo que “quede” sean asignaturas para el año que viene y, como consecuencia, lo que no “pase” seas tú de curso, más te vale estudiar.
Esta probablemente sea la conclusión a la que anualmente llegan miles y miles de estudiantes en época de exámenes. Ya no hay vuelta atrás. O ahora o nunca. Por lo tanto, más vale hincar codos e intentar meter en tu cerebro toda la información que se te ha proporcionado a lo largo del año en asignaturas en las que le hacías el mismo caso al profesor que al prospecto de los gelocatiles.
Irremediablemente, todos nos vemos forzados a mirar de frente nuestros apuntes que posiblemente tampoco sean nuestros y encarar de una vez por todas el destino. Después de haber ido tantas veces como te es posible al lavabo, de haber comido como un auténtico cerdo en ayunas y de haber recorrido a toda tu astucia para intentar auto engañarte con frases tan típicas como “mañana empiezo” o “es corto, así que en un día en verdad me lo aprendo”, llega el momento de ponerse a estudiar, o no…
Estas son ocho cosas que todos hacemos cuando tenemos que estudiar:
1. Mirar fijamente la pared
Recurso de desesperado número uno. El más barato y sin duda el más utilizado. Ni somos caballeros jedai intentando mover objetos de su sitio ni queremos desgastar la pared de tanto mirarla. Simplemente no sabemos qué hacer y nuestra mente se queda en blanco con los ojos clavados en un punto fijo con tal de evitar el calvario que supone asumir que, por mucho que estudies, vas a suspender.
Es casi automático, pero al minuto de sentarse nuestra cabeza entra en una especie de trance en el que podemos llegar a resolver el misterio de la existencia y que puede durar horas hasta que te das cuenta de que estás empanado. Se conocen casos de gente que nunca más ha vuelto de estos trances, o al menos lo parece.
2. Dibujar en el margen de los apuntes
En un principio tu intención es escribir algo relacionado con el tema que tienes que estudiar, pero a la que pones la primera letra tu alma artística se apodera de ti y no puedes parar hasta que tienes todo el margen lleno de dibujos. Si eres tío, y no sabemos por qué, en el 99% de las ocasiones al menos uno de los dibujos tendrá contenido sexual.
3. Repasar las novedades de las redes sociales
De la pantalla de inicio de Facebook, a tu muro; de ahí al timeline de Twitter; luego a mirar si alguna de las personas a las que sigues en Instagram ha colgado alguna foto de una puesta de sol; vuelta a Facebook y actualizar tu estado: "Tarde dura de estudio". Y a contabilizar likes.
4. Encontrar la postura más loca posible
Sentarse con la espalda recta y las rodillas en un ángulo de 90 grados es demasiado mainstream. ¿Por qué no dejar salir esa vena de contorsionista del Cirque du Soleil que siempre has tenido?
¡Arriba esas piernas y a encontrar posturas que creías que jamás alcanzarías! Deslómate y rómpete la crisma antes de ponerte a estudiar para encontrar una posición que te permita dormir encima del escritorio o descubrir partes de tu cuerpo que no sabías que tenías.
5. Hacer amagos
O lo que es lo mismo, autoengañarte una y otra vez.
Boli en una mano, apuntes en la otra, hojas en blanco a punto para ser pintadas. Realmente llegará el día en el que pases a limpio y memorices la temática que entra en el examen, pero hoy no es ese día. Así que tienes tiempo de hacer cuatro o cinco amagos de ponerte a estudiar antes de ser consciente de que no va a ser así.
6. Pasarte el FIFA en modo leyenda
Con Casillas en la portería y jugando con diez, Douglas en el campo. Cuanta más alta sea la dificultad de tu reto, más te motivará y más tiempo te llevará. Serás el nuevo Dios del FIFA y tus amigos probablemente te idolatrarán. ¿A quién le importa una asignatura suspendida cuando eres imbatible en un videojuego?
*Nota: si no eres de FIFA, sustituye este videojuego por cualquier otro o por vídeos de gatitos o de fails, que para lo que sirven da lo mismo.
7. Imaginar el caos
“Bueno, no lo llevo muy bien, pero imagina que atropellan al profe y se suspende el examen”. No, amigo, por mucho que lo desees nada de eso va a pasar. Ahora bien, te vas a tomar todo el tiempo del mundo para crear las mil y una situaciones caóticas en las que el profesor de turno acaba la mayoría de veces muerto o secuestrado por el Estado Islámico.
8. Leer listas absurdas
No te engañes más. Si estás leyendo esto es porque deberías estar estudiando. Venga, no seas maleante y ponte a ello si no quieres acabar como un diabético en la fábrica de Chocolate de Charlie, es decir, muerto.