A veces parece que se nos olvida la época que vivimos. Estamos completamente sumergidos en las tendencias actuales. Internet ha globalizado el mundo. Comprobamos nuestro Facebook cada dos minutos, copiamos lo que las bloggers de moda dicen que se lleva, vemos series online que a veces jamás llegan a nuestra televisión, o encontramos grupos raros en Spotify.
Un mundo nos separa de las modas de hace solo un par de décadas, de aquellas cosas que molaban tanto, que pedíamos y llorábamos a nuestros padres para que nos las compraran. Eras el King si conseguías llegar a clase con un collar de tatuaje, con el último juego de la Game Boy, o contando que habías visto el último episodio de Padres Forzosos. El bañador de Pamela Anderson en Los vigilantes de la playa provocó miles de primeras erecciones y nos aprendimos de memoria las caretas de cientos de sitcoms americanas como el Principe de Bel Air o Cosas de casa. Tantas, tantas cosas que nos encantaron, que fueron el objeto de nuestros deseos y el centro de nuestros juegos, que es un poco triste que nos hayamos olvidado de ellas con tanta facilidad. Nuestro yo infantil se avergonzaría de nosotros, así que para no decepcionarlo, aquí va un recordatorio:
1. El Discman

¿Quién quiere Spotify o Youtube cuando tiene un Discman? Funcionaban con pilas y dejaban de oírse a veces si los ponías en una posición un poco rara, o daban saltos musicales a nuestro paso. Al final lo mejor era escucharlo quietecitos, para que nada disturbase la línea de nuestras canciones preferidas. Encima no había que rebobinarlos como a las cintas, que aún no habíamos abandonado del todo. Podíamos pasar canciones enteras con un solo botón y rayar hasta la saciedad el single del grupo. Ahora, quizás tendremos 500 canciones en el mp3, pero acabamos escuchando siempre las mismas y el codazo de pasar las canciones del PC al dispositivo no tiene nombre...
2. Oliver y Benji

Esta serie convirtió en fanáticos incluso a los que nunca les gustó el fútbol. Aquellos campos que no acababan jamás, defensas interminables que aparecían uno detrás de otro, la catapulta infernal de los hermanos gemelos Derrick, que solo tenían un diente delantero. Las mangas arremangadas de Mark Lenders, y por supuesto la careta inicial que aún todos nos sabemos... Y pensar que estas series han sido sustituidas por Hombres Mujeres y Viceversa o como se llame.... En vista del panorama televisivo actual, normal que el consumo de marihuana entre los más jóvenes haya aumentado.
3. Los cromos de fútbol

Un día a la salida de clase un hombre se acercaba a la estampida de niños que salían a toda mecha y les daba un álbum con un par de sobrecillos. La primera siempre era gratis... Esta droga dura fue la iniciación de muchos a lo que era entonces la Liga Española algo también muy diferente a lo que es hoy en día. Hasta entonces algunos solo apoyábamos a los equipos dependiendo de si nos gustaban los colores de sus camisetas. Pero los cromos fueron sin duda el salto para los futuros hooligans. Un verdadero forofo se creó en ese momento, intercambiando cromos en el patio y desarrollando habilidades comerciales. El que se hizo de un equipo con los cromos, jamás cambió después. Eso sería de chaquetero, y lo sabemos todos.
4. El Teletexto

Y por supuesto para ver los resultados de los partidos, la programación televisiva o descubrir si habías ganado la Bonoloto, estaba el Teletexto. Esta pantalla fluorescente no apta para epilépticos aún funciona, aunque su uso ha menguado gracias a las nuevas tecnologías y a Internet, que todo lo sabe. Aunque tampoco deberíamos de olvidar el tránsito que pasamos antes de lograr la línea ADSL. Como cuando Internet circulaba por la línea telefónica y se oían ruidos extraños cuando alguien intentaba llamar mientras estábamos online. ¡Desconéctate!, nos gritaban. -No, espera, ¡justo se ha conectado al messenger el chico que me gusta y no me da ni la hora!
5. Los primeros teléfonos móviles

Acertadamente denominado Zapatófono, en honor a Mortadelo y Filemón, era a pesar de todo, y nos pongamos como nos pongamos, una cosa súper guay. El iPhone no existía, así que no nos hagamos ahora los exquisitos. Nos hubiera encantado tener uno como el de Zack Morris en Salvados por la Campana. Sobre todo porque en casa había peleas feroces por el teléfono fijo, gritos de cuarto a cuarto cuando llamaban y no era para ti, discusiones con tus hermanos porque alguno ya estaba en la edad del pavo y se pasaba las horas taladrando a su novi@.
Y cuando pudimos acceder a los primeros móviles, todos rodeábamos al niño afortunado para que nos dejase jugar al Snake un rato. Luego con móvil, pero aún sin saldo, llegó la temporada de las llamadas perdidas. Una perdida, está pensando en ti. Y sin olvidar que nos ayudaron a desarrollar nuestro intelecto cuando pasábamos horas pensando en qué crimen gramatical podíamos cometer para que nos entrase todo lo que queríamos decir en un sms. Y ahí no había ni doble check ni Dios que lo fundó. Ahí todavía no existía el temor que ahora jode tantas relaciones.
6. El Tamagotchi

Fue la primera "Granja de Facebook" y creaba una dependencia fatal. El bicho se te moría enseguida si no le dedicabas tu vida entera, y claro, si lo hacías el que podía morir eras tú. ¡Pero es que era nuestro hijo! Era la primera criaturita de la que nos dejaban ocuparnos; nos llaman la generación perdida, la generación loca, pero con 10 años ya sabíamos lo que era la responsabilidad.
7. Regalos en las golosinas
Triunfar era toparte con uno de estos juguetes en las bolsas de patatas fritas de la época. Corríamos al quiosco a elegir aquellas que sabíamos que contenían el objeto adorado. Dentro de una bolsa de plástico que se resistía a abrirse bajo nuestros dedos grasientos estaban los Tazos. Una mezcla entre cromos y canicas que se podían coleccionar y apostar en las partidas. Sí, sí, ya desde pequeños trapicheábamos y aprendíamos del negocio. Vamos, los putos amos.
8. Los Power Rangers

No era solo una serie. Al igual que las Spice Girls, se convirtieron en un juego, y los niños corríamos por el patio de la escuela con el color de alguno de ellos. La patada giratoria de Chuck Norris molaba, pero fueron los Power Rangers los que conquistaron nuestro corazón con sus robots gigantes. ¡Qué guion! La HBO debería dejarse de tanto True Detective y Game of Thrones, y recuperar historias como esta, o las Tortugas Ninja, que tenían nombres de artistas del renacimiento, comían pizza con mucho salami, y se escondían en las cloacas con una rata gigante que era su maestro. Inolvidable.