Los 7 tipos de 'cobra' a las que un día tendrás que enfrentarte

“Venga va, ahora o nunca. Pero, ¿y si se aparta? Bueno oye, hemos venido a jugar. ¡Al ataque!” Y te lanzas. Y te rechazan. Y la palabra cobra queda marcada en tu frente con más fijación que los tattoos que venían en los chicles de los 90. Seamos sinceros, a todos nos ha pasado. La hemos hecho y nos la han devuelto. ¡No pasa nada! La experiencia es un grado y, aunque la tuya ya esté en ebullición, el truco está en no rendirse. Conocer las especies de cobra que puedes encontrarte, los peligros que entrañan y un poco de perseverancia harán que borres la palabra maldita de tu diccionario sentimental.

Prepara el antídoto porque te traemos siete clases de cobra que podrás encontrar en discotecas, ascensores, festivales de ‘modernukis’ o, incluso, en tu propia casa.

Modus operandi: Normalmente la cadera ya la tienes inmovilizada por tu depredador así que el movimiento de cintura para abajo queda descartado. Haber bailado la lambada en alguna verbena de pueblo te ayudará a proceder. Golpe seco de cabeza hacia atrás ¡et voilà! Puro veneno para su ego. En resumen, adiós cervicales. Te has quedado sin cuello pero ha merecido la pena. Todo sea porque tu boca no entrara en contacto con la suya. Esta es la cobra de manual. La de los tiempos mozos de nuestros antepasados. La que te pilla ágil, vivo, y la que al día siguiente estás pidiendo cita al fisio de la contractura que te has hecho.

Modus operandi: Metes los dedos para taparle la boca, la mano o hasta el brazo entero si hace falta. La cantidad de cuerpo que uses para impedir el beso depende de la intensidad y velocidad del intento de acercamiento. Por normal general esta cobra es de esperar. Por ti, no por quien intenta meter morro. Y generalmente la otra persona no suele ser alguien de tu círculo cercano, vamos que no le tienes ningún aprecio.

Así que entre que ya le llevas un rato viendo las intenciones y que el asquito que te da va in crescendo, no te costará nada efectuarla. De hecho, lo haces con ganas. “Eh venga, lánzate si hay huevos. Que de la cobra que te voy a hacer te van a contratar de imagen de Amena”.

Modus operandi: Cuando ves que viene, giras cuello, abres brazos y lo achuchas. Puedes acompañar el gesto con un “qué majo eres joder” y un inofensivo beso en la mejilla. Mitad cobra, mitad abrazo. Una variedad de la anterior. La diferencia es que aquí sí hay cariño por lo que las extremidades se usan con amor. Algunos pueden ver esta cobra como la más cruel ya que es probable que el receptor no pille la indirecta e intente un nuevo asalto en el futuro.

Igualmente, es muy práctica. No queremos romper el corazoncito de ese amig@ o compañer@ de trabajo así que rehusar el beso con un cobrazo evita tensas conversaciones y dramones telenovelescos. 

Modus operandi: No suele ser brusco. Uno quiere ‘labio-labio’ y el otro convierte esa esperanza en ‘labio-mejilla’. Se basa en un evasión sutil pero de la que todo el mundo se pispa. Genera humillación en la víctima y tensión en quienes la presencian.

Situación: pareja recién estrenada hace su primera aparición pública. Ejemplo, cena con amigos. En ese momento él o ella intenta hacer una muestra de cariño en forma de pico y es rechazado ante la atenta mirada de la muchedumbre. Si el autor de la cobra rectifica rápido, sin problema, todo se queda en una anécdota. Si no lo hace, ¡más le vale ser un buen runner!

Modus operandi: Cualquier artimaña, por poco decorosa que sea, es válida para evitar el beso. Se han documentado desde giros de cabeza hasta simulación de una enfermedad contagiosa para evitar que la madre del vecino de la novia del primo de su pareja sea testigo ocular de su infidelidad. Parecida a la anterior pero sin opción a que acabe bien. El receptor es el o la amante y se caracteriza por ser un tipo de cobra cuyo hábitat son únicamente los espacios públicos.

Si están en el coche o en cualquiera de sus domicilios, las muestras de pasión no tienen límite. Pero, si bajan juntos a la farmacia a por otra caja de 24 y el o la querida osa acercarse… ¡Atrás! Es el “contigo no bicho” de las cobras. La más bajuna y rastrera de la especie.

Modus operandi: Esquiva sus morros y despista a tu oponente con dos besos, tres si eres francés. Un final frío y políticamente correcto que resume lo vivido horas antes. Desde que empiezas a buscar tu ropa por la habitación hasta el momento de la despedida, la atracción ha desaparecido por completo al ritmo que aumenta la resaca. Las ganas de compartir fluidos han acabado. Curiosamente, una de las partes no ha cambiado de idea tan rápido y eso acaba en cobra sí o sí. Te acompaña a la entrada, se acerca a tu boca y ale, ¡cobra de propina!

Modus operandi: Empieza con una leve apartada acompañada de un “no debo” o “no quiero” que acaba en una recreación del Diario de Noa y un “pero qué coño he hecho” al día siguiente. Mitad arrepentimiento mitad ‘qué a gusto te comía la boca’. Vista en películas tales como ‘Tengo novio pero lo estamos dejando’ o ‘Ya llevo dos gintonics y cuatro chupitos y no sé ni lo que hago’. Aunque los pensamientos iniciales son de autocontrol, la debilidad de la carne humana hace estragos. Pero, ¿sabes qué? ¡Que nos quiten lo ‘besao’!