Truman demuestra que, pese a la corriente que vivimos de multitud de efectos especiales y de cine-entretenimiento, aún quedan directores como Cesc Gay que apuestan por contar la vida misma. Algunos medios de comunicación dicen que no hay nadie como él para describir las relaciones humanas. Y llevan algo de razón.
Esta vez, el director nos trae una película sobre dos amigos de la infancia, Julián y Tomás, que se reúnen después de muchos años y pasan juntos unos días inolvidables, sobre todo porque este será su último encuentro, su despedida. Aunque lo que narra es triste, desolador, no renuncia a arrancarnos una sonrisa y a tomar otra perspectiva sobre la muerte. Estas son 7 de las imprescindibles lecciones que te ofrece Truman:
Un abrazo puede ser el acto más afectivo
Un abrazo puede transmitir muchas cosas. Y no depende de la fuerza con que lo hagas, sino de la intensidad. Es el afecto más grande sin mirarnos cara a cara. Cada uno reposado en la espalda del otro. En Truman esta acción es entre padre e hijo, una relación no siempre fácil por la ausencia de comunicación. Y a veces, un abrazo lo puede decir todo, aunque Julián, en un primer momento, no se dé cuenta de lo que su hijo cuenta entre sus brazos.
Un perro es como un hijo
Julián, debido a su enfermedad, tiene que dar a su perro Truman en adopción, y quiere encontrar a la persona adecuada. Su apego es tan grande que antes de nada busca consejo en el veterinario sobre cómo sufrirá su pérdida. Truman es como un hijo para él, con el que incluso mantiene "conversaciones". Lo baña, le da la comida que más le gusta... y antes de dejarlo con alguien tiene que conocerlo a la perfección. Cuando deja a Truman con las primeras candidatas adoptivas, Julián siente la misma sensación de abandono que cuando dejas a tu hijo por primera vez en la guardería.
Una locura puede ser el mejor plan
Decidir mientras desayunas que ese mismo día vas a coger un vuelo a Amsterdam y volver por la noche puede parecer una locura, pero solo por ver a su hijo y conocer a su novia vale la pena. Cualquier persona previsora te dirá que estás chalado, pero a veces las mejores experiencias ocurren así, sintiendo el vértigo de hacer lo contrario de lo establecido.
La sinceridad es básica en la amistad
Pese a que cueste decir en persona las cosas importantes a los seres más queridos, la sinceridad es fundamental para una buena relación. Entre ellos no hay mentiras, confían el uno en el otro. Saben que cualquier decisión que tomen, el otro la puede discutir, pero la acabará aceptando porque se entienden mutuamente, por mucho tiempo que lleven sin verse. Solo a partir de la sinceridad se puede avanzar en una relación. "Lo que aprendí de ti es que nunca pides nada a cambio", le dice Julián a Tomás.
Tardamos demasiado en volver
"Tú eres el que llegas un año tarde", le dice Julián a Tomás, tras intentar convencerle de que alargue su vida. Y es que Tomás llega para despedirse. Durante su enfermedad no ha estado. Que viva en Canadá no es una excusa. A veces necesitamos un ultimátum para tomar la decisión correcta. Lo mismo ocurre con la relación entre Tomás y la prima de Julián, la opción de seguir antes a la razón que al corazón les ha llevado a tomar caminos diferentes; su vuelta tardía pone de manifiesto que quizá tomaron la decisión incorrecta.
A veces recibes más de los que menos te esperas
Desde que se sabe la desagradable noticia, Julián percibe que la gente que le conoce le evita. El motivo es claro: no saben qué decirle, y ante esa situación incómoda, prefieren hacer que no le ven. Otros aún son más duros, como su jefe en el teatro, el cual tras saberlo decide prescindir de sus servicios como actor. Sin embargo, un antiguo amigo, con la mujer del cual se acostó Julián, sí le saluda y le dice lo mucho que lo siente mientras come con Tomás en un restaurante. Es la prueba de que a veces recibes más de los que menos te lo esperas y menos de los que pensabas que estarían.
El objetivo no es salvarse, sino aceptar la enfermedad
La muerte cambia nuestra perspectiva. Pocas veces se ha visto que una persona asuma su fin con tanto temple. Y lo duro que es plantearse cómo acabar, en una urna o un ataúd, buscar dueño para Truman y aceptar que un día todo acabará. Una de las cuestiones más polémicas es su decisión de terminar con su vida mediante pastillas. "¿Para qué alargar el sufrimiento?", argumenta Julián. Los demás simplemente luchan por su propio egoísmo, por no perderlo. Pero la clave de esta película es que él ya la ha aceptado. Al igual que Julián le dice a Tomás que lo que más aprecia de él es que no pida nada a cambio, Tomás le contesta: "yo lo que he aprendido de ti es tu valentía, tu valentía a la hora de afrontar las cosas".