Has decidido irte del hogar, darle portazo a tu cama de 90, a mamá y a papá que no a sus billetes. Vas a dejar tu pueblito bueno para irte a la gran ciudad. Para ser un provinciano de renombre. Has volado del nido y te sientes el fucking master. Al principio todo parece maravilloso. Te metes en los buscadores de pisos y plantas 17 filtros: algo baratito, con cama doble, en pleno centro, compañeros bohemios y con mucho mundo interior pero con el exterior más limpio que la patena. Mandas algunos mensajitos y ale, ¡hecho! A esperar, que ya tendrás tiempo de elegir el que más te guste. Ay corderito, iluso de ti…
La realidad te golpea en la cara
Han pasado tres días y no te ha contestado ni cristo. Por eso decides volverte un acosador de WhatsApp, copias y pegas más que en el trabajo de fin de carrera, acabas obsesionando y te pones todas las alertas posibles, pero finalmente consigues concertar unas cuantas visitas. Te presentas en la puerta y por fin ves el piso. Tú y los otros 35 que han citado a la misma hora.
El acceso al casting
Viendo el percal, sacas lo mejor de ti mismo y lo das todo en la rifa. Pero ni por esas, amigo. Así que ves dos, tres y hasta 10 pisos. La mayoría son una basura y los que están medianamente bien hay una cola de desesperados como tú que da la vuelta a la manzana para quedárselos. Así que descubres que en las grandes ciudades te hacen auténticos CASTINGS para alquilar una habitación. Pero tú no desistes, porque te pueden quitar la dignidad pero jamás la ingenuidad y pronto te das cuenta que hay dos clases de pisos compartidos en la vida:
- En los que el jurado es el casero de mierda: ese que se infiltra secretamente en tu casa, te pide fianza, un avalista, y las nóminas de tus últimas cuatro vidas. Eso no es un piso, es el vagón del silencio: No fiestas, no amigos, no tocar, no ensuciar, no respirar…
- En los que manda la audiencia, los compañeros guarros de turno: ahora encuentra tú a varias personas sin excesivas taras mentales y que además compartan piso. Confía en el “fumamos pero queremos dejarlo”. Ah por cierto, estar solo en la vida da muchos puntos, a no ser que vivas rodeada de tíos y tengas amigas pivones.
La puesta a punto
Una vez estudiado el entorno, estás listo. Te ves sacando tu mejores galas del armario, viendo tutoriales de productos para limpiar la tapicería del sofá y cómo preparar el sofrito de la paella a la par, actualizando Linkedin y pidiendo cartas de referencia a tu madre, a tu abuela y hasta a tu cuidadora de cuando tenías 5 años; todo lo necesario para obtener las pruebas verídicas que demuestren que tú no eres un compañero de piso normal, tu eres EL compañero de piso que ellos necesitan.
La elección
¿Te acuerdas de las valoraciones de Risto Mejide en OT? Pues una puta mierda comparado con los sudores fríos que te van a entrar. Ha llegado la esperada hora del casting.
Llegas al piso y por supuesto pides la vez, y al rato oyes tu nombre: SUJETO 57, pasa. La habitación se encuentra en la penumbra, piso interior sin ventanas, una voz te dice que te sientes en el sofá, y cuando lo haces se enciende un foco que te apunta directamente. Entonces ves a los cuatro sujetos, con libretas, lupas, probetas y hasta un hula hoop. Y presientes que esto va a ser mas largo que una partida al Monopoli.
La criba
Te hacen toda clase de preguntas, que si un draw my life, enfermedades familiares, últimas relaciones amorosas, salto sin pértiga ante suelo de la cocina recién fregado y simulacro contra reloj de la ducha mañanera. Y por fin sales de la entrevista, con tres kilos menos y doce canas más. Te preguntas si les habrás gustado, pero esperas y esperas y no recibes respuesta. Hasta que decides recordares lo buen candidato que eres:
15:42 Soy Menganito Pérez, responsable y limpio, estoy trabajando y haciendo un máster, no toco instrumentos, no fumo, hago la cama todos los días, asexual, sé cocinar, plancho, paso la aspiradora y me voy a dormir pronto pero no ronco nada. ✓✓23:32 Casero de mierda 88: Lo siento pero eres el rival más débil, la habitación ya está alquilada. ✓✓
Piso o puente
Decides mirar por última vez para cerrar el finde que te has pasado visitando más casas que el inspector del gas. Cuando llegas ves que tiene ventana, cama ¡y hasta armario! Los compañeros tienen menos de 102 años y no aparentan traumas mentales severos. Así que pones los ojos del gatito de Shrek y toda tu esperanza. Y te dicen que sí, ¡QUE SÍ! Sin radiografías ni análisis de sangre.
Vuelves a creer en el amor a primera vista, en que el Albacete Balompié ganará la liga y hasta en los ovnis. ¡Porque por fin tienes un piso donde caerte muerto pero sin ensuciar!