Dentro de las maravillas que nos ofrece la naturaleza y la creatividad innata del ser humano, existen algunos rincones en el mundo con una magia especial.
Partimos de Japón y finalizamos en Venezuela. Por el camino pasamos por China, Ucrania y Finlandia. Paisajes de características dispersas pero con un elemento en común: su luz y su color. Espacios que mezclan lo salvaje con la creatividad del hombre, y lugares que simplemente por su estética y belleza inspiran leyendas e historias.
Viajar es vivir.
Los caminos de Bambú de Arashiyama, en Kyoto, Japón

El bosque sagano de bambú de Arashiyama se encuentra a pocos kilómetros de Kyoto. Contiene 50 variedades de bambú, de los cuales algunos superan los 20 metros de altura, que filtran la entrada de los rayos de sol. Están plantados simétricamente y forman un abanico de troncos alineados únicamente separados por el camino construido para los visitantes. El viento pasa entre los tallos y dota al entorno de un sonido particular: los propios japoneses han elegido a este sonido como uno de “los 100 sonidos que hay que salvar de Japón”.
Festival de las luces en Mie, Japón

El Festival de luces de invierno de Nabana no Sato, en Japón, es uno de los mejores espectáculos de luz en el mundo. Este jardín botánico es un destino obligado situado en la Prefectura de Mie, cerca de las ciudades de Osaka y Kyoto, y más concretamente en la pintoresca ciudad de Kuwana, en la isla de Nagashima. Durante los meses de noviembre a marzo, cuando cae la noche, el jardín se transforma en una telaraña de luces brillantes. Uno de los principales atractivos es su entrada al parque: un túnel formado por 1,2 millones de pequeñas luces que imitan flores blancas, llamado “Tunnel of Lights”.
Parque Geológico Zhangye Danxia, en Gansu, China

En la provincia de Gansu, cerca de la ciudad de Zhangye, se encuentran estas impresionantes montañas de colores que constituyen un panorama de unos 300 kilómetros cuadrados de extensión. El parque recuerda a los jarrones de cristal que rellenábamos de pequeños con tiza de colores y azúcar por su variedad cromática y la ondulación de sus montes. Compuesto por multitud de líneas formadas por sucesivos depósitos de minerales de diversa pigmentación, es el paisaje con mayor concentración natural de pigmentos en la piedra de todo el mundo. Una colisión indo-australiana con la placa tectónica eurasiática provocó que hoy, 24 millones de años después, podamos disfrutar de sus vistas.
El Túnel del Amor, en Klevan, Ucrania

El Túnel del Amor o Túnel de los Árboles, para los menos románticos consiste en una vía de tren abandonada que se usaba para abastecer a una fábrica de madera de la localidad de Klevan, a 350 kilómetros al oeste de la capital del país, Kiev. El paso continuado de los trenes ha hecho que el follaje de los arbustos haya crecido dejando esta apariencia tan peculiar que parece sacada de un cuento de hadas. Si quieres atravesar el túnel, disfrutarás de 3 kilómetros de frondosa galería natural. Según la leyenda local, si uno se adentra en el túnel con la persona a la que ama y pide un deseo, este se hará realidad.
Centinelas del Ártico, en Laponia, Finlandia

El fotógrafo italiano Niccolò Bonfadini viajó a la Laponia finlandesa en invierno y soportó temperaturas de hasta -40°C para obtener estas imágenes que parecen sacadas de un mundo fantástico. Las armaduras de hielo con textura de coral, que bien pueden pasar por materia alienígena, en realidad son enormes árboles cubiertos de nieve y hielo. El efecto aparece durante el invierno, época en la que la temperatura desciende desde 15 a 40 grados bajo cero. Estos seres, apodados por el propio Bonfadini como “Centinelas del Ártico”, renacen en primavera verdes y esbeltos. La belleza de estos árboles de hielo se ve enaltecida por el paisaje de contrastes que genera el cielo en el horizonte, llamado “cinturón de Venus”, donde el cielo cambia a un color rosado resaltando la curiosa figura de estos centinelas.
El Salto del Ángel, en Bolívar, Venezuela

Es el salto de agua más alto del mundo. Cuenta con 979 metros de altura, de los cuales 807 son de caída ininterrumpida de agua. Se localiza en el Parque Nacional Canaima, en el estado de Bolívar. El viaje a las cataratas no es asunto fácil: acceder hasta Salto Ángel es toda una aventura, pues solo es posible por el aire. Primero hay que viajar hasta Canaima y una vez allí se puede contratar un vuelo de unos 45 minutos para disfrutar de las vistas aéreas del Cañón del Diablo, formado por las aguas del río Churún, y llegar hasta el Salto Ángel. Otra opción en las épocas donde el caudal es abundante es remontar río arriba a través de las canoas autóctonas y ver el salto desde abajo: una impresionante cortina de agua cae imperial entre la selva.