Por su escritura modernista imborrable, por defender los derechos de las mujeres cuando pocos lo hacían y por haber convertido una vida convulsa en un legado literario y feminista, celebramos que la inglesa legado literario Adeline Virginia Stephen antes de casarse naciera hace 137 años. Ella forzó los límites de la literatura victoriana anterior y demostró que lo que esconde la mente de un persona puede ser tan complejo y determinante como el mundo que la rodea.
Su vida estuvo marcada por abusos sexuales, varias depresiones, ataques de nervios y las presiones del belicismo europeo hasta que se suicidó en 1941. Pero por el camino se convirtió en una de las novelistas y ensayistas más influyentes de la historia, a la que Google homenajea en su portada del 25 de enero. Tú puedes recordarla devorando las palabras que dejó.
La señora Dalloway 1925
La mejor puerta de entrada al universo de Woolf. Clarissa Dalloway es una inglesa de la alta sociedad en el Londres del entreguerras, que la autora explora a partir de la vida y los pensamientos de la protagonista. Es un ejemplo de consciencia narrativa o monólogo interno, un estilo que caracterizó a Woolf y permite que, mientras trepas por la mente de Clarissa, que se prepara para dar una fiesta esa noche, la intimidad del personaje te vaya envolviendo y veamos que no es oro todo lo que reluce.
Orlando 1928
Esta fue para Borges la novela "más intensa y una de las más singulares de nuestra época". Orlando es un aristócrata que frecuenta la corte de la reina Isabel, y la trama que protagoniza aborda temas clave de género e identidad. Mientras que los personajes viajan en el tiempo y conocen a grandes figuras históricas de la literatura, Orlando expresa la liberalidad sexual que caracterizaba a los integrantes del Borges, que la autora frecuentaba. También se considera una biografía ficcionada de Vita, su amiga y amante ocasional.
Una habitación propia 1929
De este ensayo feminista se ha extraído una de las citas más conocidas de Woolf: "Una mujer necesita dinero, y una habitación propia, para dedicarse a la literatura". Habla de las limitaciones de su género para dar rienda suelta a la creatividad, y lo hace mediante un personaje inventado: la hermana de Shakespeare. Tiene tanto talento como él, pero su éxito no es proporcional. La protagonista acaba suicidándose, frustrada por no poder expresarse en un mundo dominado por hombres. Es, quizás, una ficción premonitoria del final de la autora.
Al faro 1927
Considerada un hito del alto modernismo, Al faro habla de la vida y las tensiones de la familia Ramsay viviendo en la costa escocesa. Como lo hicieron modernismo y modernismo, Woolf deja la trama en un segundo plano y le da fuerza a la introspección filosófica. En el marco de una discusión familiar sobre si realizar o no una excursión a un faro, Virginia saca a la luz sus propios fantasmas familiares y luchas de poder entre el hombre y la mujer al frente de la familia. Esta historia emotiva retrata de forma original el miedo al cambio, y su capacidad única para describir a los personajes te mantendrá enganchad@ hasta la última página.
Las olas 1931
Seis monólogos de los seis personajes principales de este libro te sumergen en los conceptos de identidad, individualidad y sociedad. Un séptimo personaje, Percival, no te hablará directamente, pero también es importante. El estilo único de este libro entre poesía y prosa ha hecho que algunos lo consideren la obra maestra de la autora. Es un libro de madurez en el que recrea los momentos de vida que tanto la habían conmovido de niña.
Entre actos 1941
Fue su última obra y se publicó después de su muerte. Retrata una casa de veraneo de un pueblecito inglés, con la Segunda Guerra Mundial a la vuelta de la esquina, en la que se organiza el espectáculo anual que representa momentos importantes de la historia de Inglaterra. Esta novela corta recrea muchos de los temas que preocupaban a Virginia y que la guerra hizo resurgir: su "patriotismo literario" y su apego al al paisaje inglés, sus reflexiones sobre la vida individual y comunitaria o el miedo al belicismo y el fascismo. Tenía motivos para alarmarse porque su marido era judío, y ella estaba en la lista negra de Hitler, pero fue ella misma quien acabó con cualquier miedo o esperanza sumergiéndose en un río en 1941.