Jugar mola, pero puede llegar a hacernos daño. Hay gente que la palma después de pegarse un vicio de más de 24 horas combinado con red bull e incluso los hay que después de meterle caña al Final Fantasy VII matan gente con espadas. Bueno, esta afirmación es más propia de Telecinco que de Código Nuevo, y de hecho ni siquiera la suscribo, pero ahora que tengo vuestra atención vamos allá:
Los Sims
¿Tienes amigos? ¿Quieres perderlos? ¿Ya no eres virgen? ¿Quieres volver a serlo? Recristo, si la respuesta a todas estas preguntas es SÍ instálate el Sims y olvídate de tu vida social y créate una virtual en la que seas un tío o una tía la mar de popular, con un gran trabajo y una casa enorme con jardín y terraza en la que puedas meter un gato o un perro, o un gato y un perro si te gustan las dos opciones y no eres capaz de decidirte. Al fin y al cabo, estás jugando al Sims, no leyendo a Sócrates.
Algunos diréis, pero, ¿este juego puede convertirme en peor persona? Pues sí, incauto lector, por dos razones. La primera: te va a crear tal vicio durante unas semanas que vas a dejar los demás aspectos de tu día a día abandonados, ya sean estudiar, currar, apuntarte a clases de salsa o hacerte polvo en el Plataforma o en cualesquiera que sean las salas a las que vayáis los jóvenes de hoy. Segunda: después de unas horas jugando te darás cuenta de que lo divertido no es que tus Sims sean felices, sino al contrario, y te dedicarás a ahogarles en las piscinas o a incendiarles la casa. Porque todos estamos un poco enfermos. Porque aunque no es necesario matarles tampoco es justo que ellos molen muchísimo más que tú.
Candy Crush
Si me vuelve a llegar una maldita invitación por Facebook para jugar al Candy Crush es posible que denuncie a alguien, o que me tome la ley por mi propia mano y la líe parda. Es el único juego que te convierte en peor persona sin ni siquiera llegar a jugarlo. Es muy duro ser un ser solitario, con ansias de contacto humano y de conocer gente, y que te aparezca una notificación para que pruebes el jueguecito este de los caramelos, cuando esperabas que alguien le diera Me Gusta a tus fotos en bikini. Profunda decepción y lágrimas internas. Trata de no llorar, grandullón, me digo. Es como cuando me llaman al móvil y son los bastardos de Orange, o Movistar, o quien sea, gentuza que solo me quiere por mi dinero y no por mi capacidad de dar y recibir AMOR.
World of Warcraft
Historia real: un amigo mío se compró el WoW, el juego de rol para jugar online con mogollón de peña. Se fue a vivir con su novia, a la que por suerte también le gustaba el rollo de los orcos y los enanos, quizás por afinidad fisiológica. Dejé de verles a ambos. Durante dos años solo oía historias, rumores, llegué a pensar que jamás existieron en realidad, que fueron producto de una imaginación castigada por las sobredosis de azúcar a las que he sometido mi escultural cuerpo. Hasta que una noche me los encontré en un concierto. Los dos habían engordado una media de 20 kilos. No tenían buen aspecto: piel blanca, interacción social mínima, ojeras incipientes. Leyendas cuentan que en su casa el ordenador estaba siempre encendido, y que cuando uno dejaba de jugar el otro tomaba el relevo. Eran un equipo. Un equipo muy gordo, seguramente demasiado gordo. Dicen que a veces follaban, pero yo no lo sé, no quiero saberlo. Devuélveme a mis amigos, World of Warcraft, algún día tendrás que pagar por tus crímenes contra toda una generación.
Tropico
Este juego consigue sacar como ninguno al cabrón que todos llevamos dentro. Es un simulador de dictador. Sí, nada de carreras de coches o de aprender a montar a caballo con tu amiga Barbie. Esto va de subyugar al pueblo.
Aquí te conviertes en el tirano de una pequeña isla tropical. ¿Serás un gobernante respetuoso con la democracia o por el contrario prefieres ser un déspota que oprima a la ciudadanía a base de terrorismo de estado? Llega un momento, por ejemplo, en el que el país te pide elecciones, te dice “Escolta, que volem votar” Bueno, no te lo dicen en catalán, pero es muy de ahora decirlo así y tú puedes elegir responder “Oh, de acuerdo, expresad la voluntad popular a través del sagrado acto de los comicios” o por el contrario eres más de “me limpio el culo con la democracia, plebeyos, muajajaja risa maligna TOP”. En fin, si siempre habéis querido saber qué se siente al ser un enano acomplejado con un solo testículo que descarga sus frustraciones internas con el pueblo este es vuestro juego.
Cualquier juego violento
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Inciso: Señora, si su hijo va pegando palizas por ahí con unos cabezarapadas no tiene nada que ver con que le haya comprado por su cumple el Grand Theft Auto o el Call of Duty, lo que pasa es que su chaval es un imbécil de tomo y lomo y debería castigarle sin cenar, quitarle la consola o meterle en un internado; haga lo que quiera, pero empiece por retomar su autoridad y por no culpar a los videojuegos violentos. Jugar a matar no convierte a nadie en asesino, igual que ver la Champions no me convierte en Cristiano Ronaldo. Lamentablemente, por cierto, que el tío tiene pelazo y mucha pasta.