5 películas con muy mala leche que sacarán tu lado más retorcido

Los alemanes tienen un término impronunciable para denominar el placer que extraemos de ver sufrir a otra persona: Schadenfreude.

Los alemanes tienen un término impronunciable para denominar el placer que extraemos de ver sufrir a otra persona: Schadenfreude. Es algo inherente a nuestra especie y fundamenta gran parte del contenido que consumimos en nuestro día a día, sea a través de los realities televisivos, el telediario o el típico vídeo viral de alguien perdiendo los dientes. No es de extrañar, entonces, que uno de los mayores filones a la hora de rodar comedias haya sido precisamente este deseo oscuro del espectador por la desgracia ajena, tal como se puede comprobar en la popularidad de las comedias negras o dramáticas. En Código Nuevo hemos querido recoger algunas de las películas más sádicas y crueles en este sentido. Esperemos que os gusten, aunque nosotros no hemos sufrido seleccionándolas.

Bienvenidos a la casa de muñecas Todd Solondz, 1995

Para quien no lo conozca, Todd Solondz es el director más misantrópico del indie norteamericano. Sus trabajos suelen reunir diversos personajes —cada uno más variopinto que el predecesor— a modo de representación de unos Estados Unidos repulsivos y descabellados. En lo que respecta a Solondz, tu vecino puede ser un pederasta en serie y tu madre una drogadicta que roba a los vagabundos en las puertas del supermercado. En esta película, trata el acoso escolar desde el punto de vista de una víctima tan mezquina e indeseable como su agresor. Resulta especialmente enternecedora la estética hortera que la reviste, desde el vestuario o el diseño de interiores a los infames temas musicales interpretados a lo largo de la misma.

Kids Larry Clark, 1995

Nos encontramos ante la única película de la selección que no está inscrita dentro de la comedia, a pesar del tono vulgar y desenfadado que le confiere su cercanía al grupo de jóvenes filmados. Un adolescente vaga por Nueva York, mientras se congratula de desvirgar a todas las pre-púberes que aparecen por su camino. A su paso, anda una jovencísima Chloë Sevigny, portadora de una terrible noticia. Este trabajo del tándem Larry Clark y Harmony Korine se trata de una tragedia dedicada a una generación marcada por las drogas y el VIH. Lo que la hace valedora de su posición en esta lista es su negativa a tratar a los jóvenes como meras víctimas, mostrándolos en cambio como individuos egoístas e ignorantes.

Whisky Juan Pablo Rebella y Pablo Stoll, 2004

Esta película uruguaya también viene firmada por dos manos, las de Juan Pablo Rebella y Pablo Stoll. Si te gustan las películas de Alexander Payne Entre copas, Nebraska es probable que te guste esta comedia agridulce sobre un fabricante de zapatos que, para la llegada de su exitoso hermano, paga a una de sus empleadas para que se haga pasar por su esposa. A partir de este punto de partida sencillo se desarrollan una serie de secuencias que profundizan en la relación entre los distintos personajes, con un sentido del humor muy seco. La fina línea que separa el humor de la tragedia se hizo patente cuando Stoll acabó con su vida con apenas dos películas a su espalda y mucho talento cómico que explotar.

Un tipo serio Joel y Ethan Coen, 2009

Los hermanos Coen son de sobra conocidos por sus híbridos imposibles de drama policiaco, western y comedia  —entre otros—. Si hay alguien dotado para involucrar a sus personajes en las situaciones más disparatadas y extremas imaginables, sin duda se trata de este dúo. Un tipo serio es su propuesta más radical hasta el momento. El padre de familia Larry Gopnik sufre un golpe tras otro: su mujer le abandona para largarse con otro, uno de sus alumnos insiste en sobornarle a cambio del aprobado, su hermano se endeuda, etc. Resulta, además, un estudio interesante de cómo se pierden las costumbres judías a través de las generaciones.

Una historia de Brooklyn Noah Baumbach, 2005

Este caso resulta delicado por tratarse de un trabajo autobiográfico, que narra la separación de los padres de Baumbach —director de Frances Ha— cuando él era apenas un adolescente. Es un retrato incisivo sobre la clase media-alta de Nueva York, conformada por esnobs profesores universitarios que son capaz de cualquier cosa por poner a sus hijos contra el otro progenitor. A través de unos diálogos brillantes que crean una constante sensación de incomodidad muy divertida, se profundiza en las paradojas emocionales de unos personajes interpretados por un formidable reparto a cuatro bandas. Sin revelar nada, el final se lleva la palma por ser francamente conmovedor, rompiendo el tono cínico del resto del film.